Texto: NÚMEROS 13 (leer con Biblia a mano)

En el capítulo 10:11-12 (Día 9), vimos cómo Dios les ordenó a los israelitas levantar campamento para avanzar hacia un nuevo lugar. Después de 13 meses de haber salido de Egipto y de haber acampado en el desierto de Sinaí para recibir las leyes y mandamientos y construir el Tabernáculo, se mudan al desierto de Parán, a solo tres días de camino. Allí sucede lo que ya vimos ayer: el pueblo y los hermanos de Moisés, Aarón y María, se desubican mal en contra de Dios y en contra de Moisés. Pero, por si eso fuera poco, sucede algo más que desata la tragedia para todos ellos. A la rebeldía le suman “incredulidad” y como consecuencia pagan un precio muy, muy alto.

EL OBJETIVO
¿Qué le ordena hacer Dios a Moisés? (vs.1-2)
La orden de Dios es bien específica: reconocer la tierra.
Pero la orden va directamente acompañada de una promesa: “la tierra que les daré”. Esto solo bastaría para despejar cualquier duda y hacer frente a cualquier problema. Si Dios lo dice, Dios lo hace. Simple. Sencillo. Lo tienes que creer y actúas en base a esa Palabra.

LOS ELEGIDOS
¿Quiénes son elegidos para reconocer la tierra de Canaán? (vs.3-16)
Para que la misión sea un éxito total son escogidos los líderes de cada tribu. 12 líderes que salen con una Palabra de Dios. La misión tiene que ser un éxito rotundo. Si los líderes van al frente nada puede salir mal. Ellos la tienen reclara, son valientes, decididos (por eso son líderes, ¿o no?).

LA MISIÓN
¿Cuál es la misión de los 12 líderes/príncipes enviados? (vs.17-20)
Ellos reciben instrucciones claras:

  • Observar la tierra.
  • Observar sus ciudades.
  • Observar al pueblo que la habita.
  • Traer frutos de la tierra como evidencia.

El plan está perfectamente bien trazado. Con las instrucciones en sus manos, los líderes salen a reconocer la tierra (vs.21-24)

EL INFORME
Luego de 40 días de reconocer la tierra, observar sus ciudades, espiar a sus habitantes y recoger evidencias de frutos, los líderes regresan para presentarle un detallado informe a Moisés y Aarón (vs.25-26).
Entonces comienzan los problemas…

¿Qué dicen los príncipes? (13:27-29, 31-33)

  • La tierra fluye leche y miel. Es una tierra próspera, bendecida, abundante.
  • El pueblo es fuerte.
  • Las ciudades están fortificadas.
  • Allí viven los hijos de Anac. Los anaceos eran los más temidos habitantes de aquellas tierras no solo por su ferocidad sino también por su tamaño: eran gigantes.
  • Y también hay amalecitas, amorreos, heteos, jebuseos… Todos son feos, olorosos y tienen muchas ganas de pelear.
  • No podremos contra ellos.
  • Son más fuertes que nosotros.
  • La tierra se traga a sus habitantes.
  • Parecemos langostas a la par de los gigantes de Anac. Y ellos también nos ven como langostas.

Solo un aspecto del informe fue positivo. El resto es lamentable.

UN COCTEL MUY PELIGROSO
Cuando a la rebeldía le sumas incredulidad obtienes una combinación peligrosísima. Y si además de un corazón rebelde e incrédulo tienes una bocaza que habla en modo “negativo”, “fatalista”, “derrotista”, ¡estás liquidado! No hay demasiadas esperanzas para ti.
Los líderes actúan con rebeldía al desacreditar la Palabra de Dios. Dios dijo “es buena tierra”, ellos dijeron “nos devora, nos traga”. Dios dijo “poseerán la tierra”, ellos dijeron “no podremos”.
Los líderes actúan con incredulidad olvidando el poder de Dios y sus obras extraordinarias. Ellos dicen: “son más fuertes”, “hay gigantes”, “están fortificados”, “no podemos”, “somos langostas”. Con sus incrédulas bocazas se condenan a sí mismos y sellan el destino de todos.

¿Quién tiene una actitud diferente? (vs.30)
Caleb, a diferencia de sus compañeros, tiene una actitud de fe. Habla fe, cree que es posible y desafía a los demás a creer. Pero lamentablemente la incredulidad es más contagiosa que la fe… y comienza la tragedia…

Extracto de “Serie Desafios Números” por Edgardo Tosoni


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