Pasaje clave: Génesis 13.

Antes de avanzar con el capítulo de hoy, permíteme volver al capítulo 12:10 al 20. Necesitamos mirar un par de cosas muy importantes.

HUIR A EGIPTO
¿Por qué razones Abram abandona la tierra que Dios le había dado para irse a Egipto? (12:10)
¡Qué cambiantes somos y con qué facilidad dejamos que las circunstancias nos hagan perder de vista a Dios! Abram, sin saber a dónde iba, dejó todo y siguió el llamado de Dios. Dios le reveló que lo multiplicaría y le daría toda la tierra y Abram creyó esa palabra e incluso le edificó altares a Dios como símbolo de comunión, pero… tuvo hambre, “se olvido de todo lo anterior” y salió corriendo para Egipto.
Lo interesante es que en Egipto Abram no levantó ningún altar. Egipto, en la Biblia, es un simbolismo del mundo. Es imposible tener comunión con el mundo y al mismo tiempo estar en comunión con Dios. Simplemente no se puede. O una cosa o la otra. No puedes quedar bien con los dos. O amas a Dios o amas al mundo. Te guste o no, así son las cosas. Tú decides.

Estar en Egipto, ¿qué otros problemas le trajo a Abram? (12:11-20)
Por miedo a perder a su bella y amada Sarai, Abram mintió y Dios tuvo que intervenir para librarlos. ¡Cuántas decisiones tontas, apresuradas y equivocadas tomamos por miedo!

VOLVER A CASA
De Egipto al Neguev (13:1), y del Neguev a Bet-el (13:3) y de ahí, nuevamente al altar para estar en comunión (13:4).
Un recorrido interesante. En Egipto, Abram solucionó los problemas del estomago pero no los del espíritu, por lo tanto volvió a la “casa de Dios”.
¿Adónde vas cuando sientes “hambre” interior o “hambre” de afectos, de amor? ¿A quiénes buscas? ¿Con quiénes inviertes tu tiempo? ¿En Egipto o en Bet-el? ¿El mundo o las personas de fe?
¿O eres de aquellos que viven buscando cualquier clase de problemas dentro de la iglesia como excusa para “irse” al mundo y vivir como ellos?
Actuando de esta manera tu “hambre” nunca se calmará y tu búsqueda siempre será inútil. El mundo aumenta tu hambre interior porque sus satisfacciones son de duración limitada.

PERDER PARA GANAR
Mira los versículos 13:2 y 5 al 7. ¿Cuál fue la causa que desató el conflicto entre Abram y Lot y qué consecuencias trajo entre ellos?
Y finalmente, ¿qué hace Abram? (13:8-9).

Si Abram no se hubiera llevado a su parentela (Lot y familiares) como Dios le había dicho, seguramente se hubiera evitado todos estos problemas. Finalmente tuvo que separarse de Lot, y cada uno por su lado.
Me encanta la actitud de Abram. Él era el mayor, además era el tío de Lot, y si Lot estaba en una nueva tierra y prosperando era sencillamente porque Abram había querido traerlo con él. Dios lo había llamado a Abram y toda esa tierra le pertenecía a él.
En otras palabras: Abram tenía derechos. Podía echar a Lot o podía escoger la mejor tierra, o podía también decirle en la cara que él tenía el llamado y exigirle obediencia. Pero Abram no hizo nada de todo esto. Su actitud fue espiritual y madura. ¿Sabes por qué? Porque él había estado en el altar de la comunión. No recurrió a la fuerza, ni impuso su superioridad.
“Yo te ruego” fueron las palabras de Abram que expresan la humildad de su corazón y el deseo de evitar que el conflicto con Lot aumentara.
Abram eligió la paz y no la guerra. Optó por mantener la comunión con su hermano en lugar de perderlo. El maduro busca reparar, el maduro busca arreglar el problema, el maduro busca resolver el conflicto.

¿Qué hace Lot? ¿Qué tierras escoge? (13:10 al 13).
Lot escogió según las apariencias y aparentemente él salió mejor parado que Abram. La tierra “estaba muy buena“. Sin embargo, esa “tierra muy buena” le generaría enormes angustias.
Aparentemente Abram salió perdiendo, sin embargo ¿qué palabras recibe de Dios y cómo reacciona a ellas? (13:14-18).
Cuando el conflictivo Lot estuvo lejos de Abram, Dios volvió a revelarse a él y a hablarle, le confirmó su promeso y lo alentó a seguir avanzando.
¿Entiendes quién ganó al final?

Las relaciones son más importantes que las reuniones.
Las relaciones son más importantes que las posesiones y el dinero.
Protege las relaciones de bendición, las que te edifican y sanan. Cuídalas.

Extracto del libro “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Génesis Edición Extendida”

Por Edgardo Tosoni

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