Pasaje Clave: Génesis 47.
UN LUGAR PARA LA FAMILIA
Luego del reencuentro con su padre, José toma una serie de decisiones muy importantes y muy inteligentes para asegurarse que su padre, sus hermanos y todos sus recursos en ganado, sean aceptados en tierras egipcias:
1º. ¿Qué informe le presenta al Faraón, y cómo lo hace? (vs.1)
Decide informarle oficialmente al Faraón acerca de su familia y sus recursos económicos. Y lo hace personalmente.
Los temas muy importantes tienes que hablarlos cara a cara.
2º. ¿A quiénes lleva con él cuando se presenta delante del Faraón? (vs.2)
¡Claro! José presenta a cinco de sus hermanos como líderes representativos de toda la familia.
3º. ¿Quiénes hablan directamente con el Faraón y qué le plantean? (vs.3-4).
José permite que sus hermanos hablen y le hagan la petición oficial al Faraón (por supuesto, bien asesorados por José). Ellos piden:
- Una oportunidad de trabajo.
- Un lugar permanente para vivir, sus familias y sus ganados.
- Dejan bien en claro su respeto a la autoridad del Faraón (“tus siervos”).
- Explican las razones de su viaje a Egipto (el gran hambre en Canaán).
No tengas miedo de hablar frente a las personas que pueden abrirte puertas, pero hazlo con sabiduría. No impongas, no demandes. Sé inteligente al pedir las cosas y hazlo con una actitud de humildad.
¿Qué respuesta reciben del Faraón? (vs.5-6)
Luego de esto, ¿a quién le presenta José? (vs.7-10)
En este encuentro, el Faraón les dio lo que tenía, recursos materiales; pero Jacob también le dio al Faraón lo que él tenía: bendiciones espirituales.
No importa que las personas que estén delante tuyo sean más poderosas. Si vives en intimidad con Dios tendrás palabras de bendición para hablarles. No tengas miedo ni te sientas inferior a nadie.
De ahora en más, ¿cómo trata José a su padre y hermanos? (vs.11-12).
Aquellos sueños de Génesis 37, cuando José era un adolescente, ahora se cumplen totalmente. El poder, la abundancia, la grandeza y la gloria le pertenecen a José. La necesidad y el hambre, a su padre y sus hermanos. Pero José aprendió la dura lección de la humildad.
Los duros años que la mano de Dios le hizo vivir destruyeron su orgullo y arrancaron de su corazón toda raíz de soberbia. Su familia, sus afectos y sus recuerdos eran más importantes para él que toda la gloria de su posición real. Valían más que toda la riqueza de Egipto. La túnica que el Faraón había mandado poner sobre él no borraba los recuerdos de aquella preciosa túnica de colores que su padre le había regalado en su adolescencia. Ni el pozo ni la cárcel lograron endurecer su corazón. Los años no lo volvieron un tipo duro e insensible.
El poderosísimo Faraón era su suegro, pero Jacob, el Israel de Dios, era su papá. Y ahora él tenía las riquezas y el poder para exaltar a su papá y honrar y cuidar a quienes lo habían humillado: a sus propios hermanos.
José no podía cambiar el pasado, ¿acaso tú y yo podemos hacerlo?
Nadie puede cambiar su pasado. A tu pasado tienes que sanarlo perdonando a quienes te lastimaron. Eso fue lo que hizo José. Y al sanar su pasado él podía transformar su presente de tal manera que aquellos últimos años de vida junto a su papá y hermanos fueran los mejores. ¡Y lo hizo!
Sí, te entiendo. Seguramente estás pensando en lo casi imposible que puede ser cambiar a un papá borracho, a una mamá que golpea y lastima, a un papá violador, a una mamá que te abandonó hace mucho tiempo, a un papá mujeriego o a una mamá depresiva. Es difícil, lo sé. Pero no dejes que tu corazón se endurezca. Tal vez ahora, como adolescente no puedas hacer nada para cambiar estas realidades tan crudas y te preguntes una y otra vez “¿por qué Dios lo permite?” No lo sé. Pero sí sé que si te entregas al amor de Jesús él hará algo ¡primeramente contigo! Tratará con tu corazón. Quebrará tus orgullos y resentimientos. Tratará también con tus afectos para que sanes tu pasado. ¡Entrégate al amor de Jesús!
¡No permitas que el odio, el dolor, la ira o la venganza llenen tu vida y te controlen! Llegará el día en que tú tendrás el poder para decidir cómo tratar a tus padres o a tus hermanos. No devuelvas maldición por maldición. No pagues con las mismas monedas de violencia y dolor. Prepara tu corazón para ese día, para aquel día en que ellos necesiten de ti. Y dales lo que nunca te dieron. Dales con un corazón sano, con una actitud de bendición. No te estoy diciendo que sea fácil, te estoy diciendo que en Cristo ¡sí es posible!
Y así llegamos casi al final de esta fantástica historia.
En sus últimos días de vida, ¿qué le hace prometer Jacob a José? (vs.27-31)
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Génesis Edición Extendida»
Por Edgardo Tosoni
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