Pasaje clave: Éxodo 31 al 33.

El pueblo de Israel era de no creer. ¿Puedes imaginarte que después de haber visto todo el poder de Dios librándolos de situaciones complicadas y después de haber recibido mandamientos tan claros para vivir bien y honrar al Señor, fueran e hicieran lo que hicieron?
¡Sí, imagínatelo! Es la patética realidad.

¿Qué recibió Moisés en el monte de parte de Dios? (31:18).
Mientras tanto, ¿qué hacía el pueblo? (32:1, 6).
¿Y de qué participó el Sumo Sacerdote Aarón? (32:2 al 5).

¡Es para no creer! ¿Qué piensas de la reacción del pueblo y qué opinas de la actitud de Aarón?
Sincerémonos. ¿Cuántas veces nosotros actuamos de la misma manera que ellos?
Está bien, no nos construimos un becerro de oro y lo escondemos en la habitación para ir a rezarle cada vez que nos pasa algo (¿no lo haces, no?), pero… ¿cuántas veces lo reemplazamos a Dios por otras cosas creyendo que nos harán sentir bien o nos ayudarán en algo?

Pero, ¿por qué el pueblo hizo algo así?
Es cierto que todavía arrastraban las viejas costumbres paganas de Egipto, pero creo que la razón más poderosa es una pequeña palabrita que tú y yo conocemos muy bien: Por IMPACIENCIA.
¡Sí! Moisés tardaba en bajar del monte (24:18)
¡¿Y cuál era el problema?! ¿Acaso tenían algo más importante que hacer allí en el desierto?
Habían pasado 40 días (¡toda una vida, che!) y Moisés no aparecía.
¿Se habrá fugado? ¿Lo habrán abducido? ¿Lo secuestraron?

¿Cuántas veces la impaciencia te llevó a tomar decisiones apresuradas y a hacer cosas por tu propia cuenta porque Dios “se demoraba” en responderte?
¿Cuántas veces, aun habiendo visto el poder y el cuidado de Dios sobre tu vida, decidiste creer más en otras cosas convirtiéndolas en tus ídolos? Me refiero a horóscopos, cintas rojas contra la envidia, dinero, moda, etc.

¿Qué refleja la actitud del pueblo? (32:7-9, 22).
Refleja lo que había en el corazón de ellos. No había respeto hacia Dios. No le creían. No había santidad.
Mírate hacia dentro. ¿Hacia dónde está inclinado tu corazón?
¿Qué cosas buscas que no tienen nada que ver con Dios?
¿Qué decidió hacer Dios y por qué? (Ex. 32:10).
¿Y qué actitud tomó Moisés? (Ex. 32:11 al 14).

Dios estaba dispuesto a desatar todo su juicio y su ira contra la idolatría del pueblo, pero delante de Él se puso Moisés y oró y le suplicó que no lo hiciera. Le recordó a Dios la promesa que le había hecho a Abraham, a Isaac y a Jacob. ¡Me encanta Moisés! Alguien dispuesto a pensar más en los otros que en sí mismo. Él deseaba que Dios continuara con su plan original.
Y me encanta ver el corazón de Dios lleno de paciencia y de misericordia.
Seguramente a ti, al igual que a mí, te pone bastante mal ver dentro de la iglesia, chicos y chicas que nunca se comprometen, que todavía andan en cualquier cosa o que toman decisiones pasajeras y superficiales, pero… tú y yo ¿somos mejores que ellos?
¿Sabes qué significa ser mejores que ellos? Significa tener la actitud de Moisés. “Señor, aunque se lo merezcan, no los destruyas. Por tu misericordia dales una oportunidad más”.
¿Tienes esta actitud o eres de los que juzgas sintiéndote más espiritual?

No te confundas. Tener la actitud de Moisés no es ser “tonto”. Él no lo era. Mira lo que hace con los que habían pecado (32:19-21, 25-29).
¿Y qué acción vuelve a repetir? (32:31-32).
Te enojas cuando tus líderes o pastores te disciplinan o te hacen ver lo que no quieres ver, sin embargo no son tan duros como Moisés. ¿No te parece?

Mira el capítulo 33:11 al 17. ¡Léelo atentamente, está súper bueno!

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico»

Por Edgardo Tosoni

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