Pasaje clave: 1º Crónicas 28.

Son los últimos días de la vida de David (23:1). Hace muchos años que dejó de combatir contra gigantes y enemigos. Conquistó la paz, hizo crecer a la nación y se enfocó intensamente en el mayor de sus deseos: preparar todo lo necesario para que su hijo Salomón construyera la casa para Dios. Nunca la vería con sus propios ojos, nunca caminaría por sus interiores, pero para él ya era una realidad, y lo disfrutaba.

En este contexto, ¿a quiénes reúne David? (vs.1).

Aquí estaban los pesos pesados de su reino. Los príncipes, los jefes militares, los oficiales, los consejeros, y su elite de hombres valientes, aquellos poderosos y renombrados por sus increíbles hazañas.

Todos ellos fueron reunidos por David, pero ¿para qué? (vs.2-8).

Las palabras que David habló delante de las principales autoridades de su reino no fueron un “discurso presidencial” para ganar aplausos, obtener votos y lograr favores políticos. No. Sus palabras fueron más bien como el llamado que un pastor hace a su congregación, como el sinceramiento que un padre tiene delante de sus hijos.

¿Qué es lo primero que declara David? (vs.2).

Su deseo. Nuevamente su deseo. Durante décadas ese deseo condujo su vida. No fue un flash emocional, no fue una “sensación” del momento. No fue algo que sientes hoy y te olvidas mañana. No fue un gusto ni una atracción, era un intenso deseo espiritual. Era el mayor anhelo de su corazón. Me atrevo a decir que Dios mismo lo sembró en su corazón y David cada día lo alimentó, haciéndolo crecer más y más. “El arca de la presencia de Dios ya no estará en tiendas, sino que tendrá su propio lugar, un templo magnífico y extraordinario que refleje la gloria de Dios”. Es cierto. Dios no habita en templos y no los necesita, pero el lugar en el que nos reunimos para honrarlo y hablar de él ¿es digno de su presencia? Pisos sucios, sillas rotas, basura, paredes con manchas de humedad, techos arruinados, cosas amontonadas… ¿Honran la presencia de Dios?

Luego de declarar su deseo, ¿qué reconoce David? (vs.3-4).

Primero reconoce la razón por la cual Dios no le permite edificarle casa. Y en segundo lugar y con una enorme humildad, reconoce su elección. Tiene bien, bien claro que fue escogido por Dios. No lo eligió el voto popular, lo eligió Dios entre todas las tribus, entre todas las familias y entre todos sus hermanos para ser el rey.

Sí, es cierto, David aprovechó todas las oportunidades que se le presentaron (empezando con Goliat), pero ¿acaso no fue Dios mismo quien puso esas oportunidades en su camino? Cuando Dios te presente oportunidades (laborales, económicas, académicas, ministeriales, etc.), ¡tómalas! porque él estará contigo.

¿Qué más reconoce David? (vs.5-7).

Salomón es el escogido de Dios para edificarle una casa. Y si hace bien las cosas, Dios lo bendecirá grandemente y lo confirmará para siempre.

¿Y con qué palabras los desafía y anima? (vs.8).

A que crean y aprendan y obedezcan la Palabra de Dios, y se la dejen por herencia a sus hijos. Escúchame. La mejor herencia de tus padres no es dinero (y si lo tienen, buenísimo), la mejor herencia es dejarte la presencia de Dios, que ames a Dios. Porque si tienes Su presencia y aprovechas Sus oportunidades, entonces tienes todo lo que necesitas para ser exitoso.

PALABRAS Y RECURSOS DE UN PADRE PARA SU HIJO.

¿Cómo lo desafía David a Salomón? (vs.9)

¿Y qué le recuerda? (vs.10)

Y además, ¿que le entrega? (vs.11-13)

¡Le da el plano del templo! Salomón ni siquiera tendría que preocuparse en cómo lo haría, ¡ya estaba diseñado! David, con un corazón enorme, humilde y generoso, le dejó todo, todo preparado a su hijo. ¡Y no sólo los planos!

¿Qué más le entrega a Salomón para la construcción del Templo? (vs.14-18).

Luego de darle todo esto, ¿qué revelación le hace? (vs.19).

¡Increíble! El plano, el modelo del templo que David le deja a Salomón, era un diseño divino. “Él me lo hizo entender”, “fue trazado y diseñado por Su propia mano”.

¿Sabías que Dios tiene diseños para tu vida, para tu futura familia, para tu economía y ministerio, y si lo buscas con todo tu corazón Él te los revelará? El secreto sigue siendo la búsqueda de su Presencia.

¿Qué le dice para alentarlo y animarlo? (vs.20).

¿Y a quiénes pone bajo su autoridad y liderazgo de ahora en más? (vs.21).

Extracto del libro “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: 1º Crónicas”

Por Edgardo Tosoni

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