-¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios? -volvió a preguntar el rey. -Sí, Su Majestad. Todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies -fe respondió Siba. (2º Samuel 9:3).

Decir la verdad es lo que debemos hacer; pero no siempre es fácil. Creo que el corazón de Siba estaba dividido cuando se enfrentó al rey. Por un lado, la obligación de no mentirle (podría significar su muerte). Por otro lado, decirle a David dónde estaba escondido el único hijo sobreviviente de Jonatán (podía significar la muerte del joven). Siba fue veraz. Él no escondió la información.

No podemos juzgarlo, pero si continuamos recorriendo las páginas de la historia nos encontraremos que, cuando Absalón se sublevó contra David, mintió buscando su ventaja personal.

Siba sale de la ciudad con dos asnos cargados de víveres. David le pregunta por qué lleva esa comida y hacia dónde está yendo. Siba dice que es para él y sus soldados. Cuando David le pregunta por Mefiboset, Siba responde que se quedó en Jerusalén, porque cree que Absalón ganará la guerra.

Un “pequeño’’ detalle que cambia toda nuestra imagen del personaje. Los pequeños detalles son los que nos marcan; para bien o para mal, pero nos marcan. Quizá sea un pequeño paso, pero dejará su huella en el camino. Quizá Siba tuvo la mejor de las intenciones todo el tiempo que estuvo en relación con David y sirviendo a Mefiboset; pero en ese momento mintió y todo lo bueno que haya hecho hasta aquí queda en jaque.

No importan los años de servicio abnegado, no importan la comida ni los asnos que le lleva a David. Todo queda nublado, opacado por la mentira contra aquel que ni siquiera podía defenderse. Nos sentimos más inclinados a pensar que todo lo que hizo y dijo tenía, como intención, sacar alguna ventaja personal

Me hace pensar en la historia de aquel que después de veinte años de trabajo correcto, comete una equivocación; será recordado por esta última. Marcado para siempre. Y nuestras verdades, ¿qué intenciones tienen? ¿Y nues­tras mentiras?

Por más que en cantidad las primeras superen a las segundas, estas nos marcarán mucho más profundamente que las primeras Quizá por eso Dios es claro y tajante: No mentirás. Recuérdalo antes de abrir tu boca.

Extracto del libro 365 Vidas

Por Milton Bentancor

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