Pasaje Clave: Juan 18:38

Al llegar a la juventud todos los seres humanos pasamos por esa etapa de querer descubrir conceptos filosóficos y responder preguntas profundas de la vida. ¿Qué es el amor? ¿De dónde viene la vida? ¿Qué es el cosmos? ¿Hay vida más allá de la Tierra?
¿Cuáles preguntas te has hecho que has logrado encontrar respuestas? ¿Cuáles preguntas que aún están pendientes de responderse?
La mayoría de los grandes líderes romanos de la historia eran estudiosos. Creo que Pilatos fue uno de ellos. Él tiene preguntas profundas sin responder. Necesita alguien con quien conversar de lo profundo. Y entonces tiene la oportunidad de encontrarse con Jesús.

Parece ser la primera vez que se ven. Pero no parece la ocasión ideal. Jesús está cansado. Pasó una noche intensa. Está desvelado, posiblemente no ha comido. Lo han llevado de un lugar a otro: del huerto de Getsemaní a la casa de Anás, luego a la de Caifás donde tuvo un interrogatorio poco amistoso, y de ahí al palacio de Pilatos. Es ya el siguiente día. El nivel de agotamiento es máximo. Y Pilatos se encuentra cara a cara con Él.

Pilatos: ¿Eres tú el rey de los judíos? (por el contexto de lo que sucede, Pilatos lo que realmente le está preguntando es: “¿eres un rebelde contra el imperio romano?”).

Jesús: ¿Eso lo preguntas desde tus dudas personales o alguien más te ha dicho que me lo preguntes?

Pilatos: Yo no soy judío. Nadie me tiene que decir qué hacer. ¿Qué has hecho tú?

Jesús: Mi reino no es de este mundo.

Pilatos: ¡Así que eres rey!

Jesús: Simplemente doy testimonio de la verdad. Quien ame lo que es verdad, me escucha.

Pilatos: ¿Y qué es la verdad? ¿Qué importa la verdad? No es fácil hallar la verdad, ¿qué es?

Jesús no pudo responder la pregunta clave, la más importante del diálogo. Pilatos lanza su pregunta y da media vuelta y se va. Estoy seguro de que Jesús hubiese dicho: “Yo soy la verdad”.
A pesar del agotamiento físico y emocional, Jesús es ecuánime. En medio del dolor, Él encuentra las palabras para desafiar el pensamiento de Pilatos. Una lástima que no se quedó a escuchar la respuesta. Fue la pregunta más importante y Pilatos no escuchó la respuesta. El diálogo iba bien. Se estaban entendiendo. Pero se cortó ahí. ¡Pilatos, tuviste al Creador mismo del universo frente a tus ojos, y te fuiste!
Jesús es muy versátil. Puede conversar con un niño, con hombres de negocios, con millonarios, con mujeres pecadoras, con cobradores de impuestos, también con reyes y gobernantes. Y a cada uno lo desafía de acuerdo con su propia realidad. Los deja pensando y meditando.
Todos estamos buscando respuestas. Desde las básicas hasta las más profundas que podamos elaborar. Estoy seguro de que Jesús podría responderte algunas.
Parece ser al final que Pilatos no vio en Jesús a alguien que le respondiera sus preguntas existenciales. Su ropa, su silencio, su posición, el ruido del pueblo y las acusaciones, no le permitieron a Pilatos ver en Jesús la respuesta a sus propias preguntas, y menos para los desvelos de su propia esposa (Mateo 27:19).
Pilatos fue testigo de las preguntas íntimas. Vivió unos minutos en carne propia lo que es conversar con la Verdad misma.

Extracto del libro Preguntas Intimas

Por Rafa Ayala

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