Pasaje Clave: 1º Reyes 20:23-43.

“NO CONTABAN CON MI ASTUCIA”
¿Qué idea le dan los asesores militares al rey Ben-adad? (vs.23-25)
Te explico. Desde la época de Josué, los soldados israelitas tenían la fama de ser muy buenos guerreros en las colinas, las montañas y los bosques, peleando cuerpo a cuerpo, pero malos guerreros en los valles y las llanuras porque no usaban carros de combate. Los carros enemigos tirados por caballos podían atropellar fácilmente grandes cantidades de soldados de a pie en los valles. ¡No puedes enfrentarte a un carro militar tu solo! ¡¿Quién eres, Hulk?!
Ben-adad confiaba en esto para ganar esta segunda batalla contra Israel. Reemplaza a los reyes borrachos por capitanes y arma un poderoso ejército de carros y caballos para enfrentar a Israel en las llanuras. La idea era buenísima. Nada podía salir mal esta vez. Aplastaría a Israel y demostraría que sus dioses de los valles eran más poderosos que los dioses de los montes. Eso era lo que ellos pensaban…

Un año después los ejércitos estaban listos para la segunda gran batalla (vs.26-27). ¡Mamaaaaaaá! Son muchoooooosssss… Los sirios llenaban toda la llanura y estaban armados hasta los dientes. Soldados feos, sin dientes y olorosos…Tenían carros, caballos y eran muchooooossss… “Oh, y ahora, ¿quién podrá defenderme?”

EL DIOS DE LOS MONTES Y DE LOS VALLES
La situación es completamente desfavorable para Acab. Su ejército es insignificante comparándolo con el ejército sirio. Si Dios no interviene estamos fritos. ¿Qué sucede entonces? (vs.28)
¡¡Woooowwwww!! Dios se enoja contra la soberbia de los sirios. Sí, leíste bien. Dios se enoja porque no soporta a los arrogantes, a los creídos, a los que se la van de superiores y agrandaditos. “Ellos conocerán que Yo Soy el Señor de los montes y el Señor de los valles. No es con carros, ni con caballos, ni con ejércitos, ni con fuerzas, sino con mi poder y con mi Espíritu” dice Dios. ¡Levántate y aplaude! ¡Aplaude al Señor de los ejércitos celestiales!
Piensa en esto. Acab nunca consultó con Dios, nunca lo buscó. Desde el vs.13, siempre es Dios quien toma la iniciativa y le trae una palabra.

Es Dios dándole nuevas oportunidades a Acab, al más perverso de los reyes de Israel. Nunca es Acab buscando a Dios.
Lo que sucede a continuación es una masacre. Puré de sirios. Rendición total. Victoria completa (vs.29-30)

¿Qué hacen entonces el derrotado rey Ben-adad y sus humillados capitanes? (vs.31-32)
El cilicio era una tela tosca hecha con pelo de cabra y era usada como señal de duelo o dolor. Colocarse sogas alrededor de la cabeza era un símbolo de sometimiento o esclavitud frente al rey vencedor. Estaban completamente entregados.

¿Qué actitud toma Acab con el rey Ben-adad? (vs.33-34)
¡Nooooooooooo! ¡Es tu enemigo! ¡Quiso quitarte lo más precioso y hermoso que tenías! ¡Vino a destruirte! ¡Quiso aplastarte como mosca! ¡Tuvo una actitud arrogante y soberbia delante de Dios! ¡¿Dios lo rechaza y tu lo perdonas?!  ¿Dios le dice no, y tú le dices sí? ¡¿Estas loco?!
Escucha. Nunca aceptes lo que Dios rechaza. Nunca ames lo que Dios odia. Nunca toleres en tu corazón lo que Dios no tolera. Hay personas que aunque no sean tus enemigos y tengas que perdonarlas (para mantener sano tu corazón) no pueden estar en tu vida nunca más porque son destructivas, son psicópatas, manipulan y descalifican todo el tiempo. Mienten, dicen una cosa y hacen otra. Son chismosos que causan divisiones. Te usan para sus propios fines y se aprovechan de ti. No puedes tenerlos como amigos en el Face, no puedes intercambiar MSN o Twitters con ellos y mucho menos invitarlos a tu casa. No buscan tu bendición sino sus beneficios personales. ¿Te lo imaginas a Elías tomando mate con Acab y Jezabel y charlando como “buenos amigos”? ¡Imposible!

¿Cuál es la sentencia que Dios establece sobre Acab por haberle perdonado la vida al malvado rey sirio? (vs.38, 41-42)
¡Durísima sentencia! Vida por vida. Pueblo por pueblo.
¿Cómo reacciona Acab? (vs.43)
¿Se arrepiente? ¿Pide perdón? ¿Reconoce su error? ¿Cambia su actitud? ¡No! ¡Se deprime y se ofende! Dios le dio la victoria y él en vez de terminar para siempre con su enemigo, lo deja libre y encima se hace el ofendido.
No te ofendas cuando te corrijan, cuando te pongan límites, cuando te ayuden a ver lo que tienes que cambiar. Escucha, aprende y crece.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: 1º Reyes»

Por Edgardo Tosoni

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