Pasaje Clave: Josué 20.

CIUDADES DE REFUGIO
Este sí es el capítulo máááááááááássss corto del libro de Josué, y está dedicado exclusivamente a las ciudades de refugio. Vamos por partes.
¿Qué orden directa le da Dios a Josué? (vs.1)
¿Para qué servirían las ciudades de refugio? (vs.2 y 9. Números 35:9-12)
Ok. El tema es así. Accidentalmente matas a alguien (no, no, no estamos hablando de videojuegos, es la vida real), pero no fue tu intención matarlo. No lo odiabas, no le tenías envidia, no te había robado a tu novia, nada de nada, pero accidentalmente lo matas. Su papá y su hermano (“los vengadores de la sangre”…, no, no los Avengers no, esos son otros) se enteran que lo mataste y salen a buscarte. Huyes desesperadamente y llegas a una de las ciudades de refugio y te quedas allí.

¿Y allí qué sucede? (vs.4-6)

  • Cuentas todo lo que sucedió y cómo murió la víctima.
  • Te darán refugio dentro de la ciudad (si sales de ella, te mueres).
  • Evalúan tu caso: si eres inocente o culpable. (Lee Números 35:16-24).
  • Obvio. Hay un juicio. Si eres inocente no te entregaran al “vengador de la sangre” (el pariente más cercano del muerto que quiere aniquilarte). Si eres culpable prepárate a morir, no volverás a jugar videojuegos nunca más.
  • Veredicto: ¡Inocente! ¡Zafaste! Pero no quedas libres. No. Tienes que permanecer en la ciudad hasta la muerte del sumo sacerdote. (Nm.35.25)
  • La muerte del sumo sacerdote te libera y puedes regresar a tu ciudad con tu familia. Ahora sí te puedes ir (más viejo de lo que llegaste).

¿Cuántas ciudades de refugio había y en dónde estaban ubicadas? (vs.7-8)

JESÚS ES NUESTRO REFUGIO
A diferencia del inocente que accidentalmente mató, tú y yo no éramos inocentes delante de Dios. Nuestros pecados, pocos o muchos, asquerosos o “socialmente aceptados” (no importa), nos hacían culpable delante de la santidad de Dios y por lo tanto merecíamos la muerte. El que peca tiene que morir. La consecuencia directa del pecado es la muerte. Entonces llegó Jesús, pero no para vengarse de nosotros sino para amarnos y dar su propia vida en la cruz para salvarnos. Su muerte nos liberó. Y ahora, el que cree en Él y le recibe como su Señor y Salvador es perdonado de todo pecado, es liberado, es sanado, es adoptado como hijo por Dios y recibe vida eterna. Y  nada ni nadie podrá separarlo del amor de Dios nunca más.
¡Woooww! ¡Esto es genial! Jesús se ocupó de morir en lugar tuyo. Jesús se ocupó de tus sucios pecados (por más “socialmente aceptados” que sean). Jesús se ocupó de traerte salvación completa (no puedes hacer nada de nada para “mejorarla”) y perdón completo de todos tus pecados. Y lo único que tú tienes que hacer es creer en Él e invitarlo a tu corazón.
“Señor Jesús, gracias porque tú lo hiciste todo a favor mío. Tú sufriste la muerte por mis pecados y moriste para liberarme. Creo en ti. Ven a mi vida. Te recibo como mi Señor y Salvador, perdóname, límpiame, sáname ahora, porque eres el único que puede hacerlo. Te lo pido en tu nombre. Amén”.
¿Ya has hecho esta oración? Hazla y Jesús será tu refugio para siempre.

CONQUISTAR Y NO POSEER 4
Desde hace varios días venimos mencionando este título: Conquistar y No Poseer (Días 20, 21 y 22). Y lo volví a mencionar (sin título) el Día 24.
Esto me hace pensar en lo siguiente: Si conquistas pero no posees, corres el riesgo de perder lo conquistado #SerieDesafios
Fue lo que sucedió con cada una de las tribus de Israel. Ellos lucharon muy duro y conquistaron la tierra prometida. Hasta ahí todo bien. El problema es que no la poseyeron totalmente y permitieron que algunos enemigos vivieran con ellos y que otros, a los que habían expulsado, se les volvieran a meter. (Lo leerás en “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Jueces”).
El trabajo más difícil no es la conquista, sino la posesión. Ahí es donde lo que conquistamos permanece o se pierde #SerieDesafíos

Conquistas cuando logras lo que te has propuesto, cuando llegas a eso que querías, cuando alcanzas tus objetivos. Esa es la conquista. Pero la conquista sin posesión es solo la mitad del camino, la mitad del trabajo, la mitad del esfuerzo. Ahora tienes que “poseer” lo que has conquistado.
Poseerlo significa “cuidarlo”, “mantenerlo”, “mejorarlo”, “protegerlo”, “hacerlo crecer”, “potenciarlo a más”.
Algunos solo piensan en la “conquista” y después ¡chau!. Eso es un gran error. Está bueno haberlo conquistado, haber logrado tu objetivo, pero si no te esfuerzas por “poseerlo” lo arruinarás, lo perderás o te lo quitarán, y lo que comenzó re-bien, puede llegar a terminar re-mal.

CONTINUARÁ…

Extracto del libro Desafíos para Jóvenes y Adolescentes: Josué.

Por Edgardo Tosoni

DESCARGA GRATIS «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Josué». Haz CLICK AQUÍ

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí