Quizás no estás consciente de ello, pero los cerebros de los chicos están cableados de manera tan diferente a los nuestros. Los hombres son visuales. Tal vez tus amigas pensarán que el vestido corto es adorable, pero “adorable” no es la palabra que viene a la mente de tu amigo. En cambio, los trajes y comportamientos coquetos les tientan por un camino de pensamientos impuros y lujuriosos.

La modestia no necesariamente significa el uso de cuellos altos y faldas que cubran los tobillos. Más bien, la modestia es un problema del corazón. La inmodestia es un deseo de “mostrar”; es un amor a sí mismo y se trata de un corazón orgulloso. En lugar de mostrar amor genuino y respeto a nuestros hermanos en Cristo, la inmodestia muestra una falta de cuidado por el cuerpo de Cristo. Además, muestra una falta de respeto por tu propio cuerpo que es donde habita el Espíritu Santo (1º Corintios 6:19). Así que antes de que pagues por la falda corta en la tienda, y antes de que te vistas en esa camiseta apretada, revisa tu corazón. ¿Te estás vistiendo para llamar la atención sobre ti misma? ¿Tu objetivo es parecer sexy? ¿Tu forma de vestir refleja el amor por Jesús, o va a ser una distracción para los chicos a tu alrededor? ¿Estás más preocupada por lo que está en el exterior que por lo que hay en el interior?

La belleza del Evangelio es que no tenemos que exhibir más. Nuestra identidad está en Cristo (Isaías 43: 1) Él ya nos ha dicho que somos hermosas, amadas y valoradas. Él se regocija sobre nosotras (Sof.3:17) Nosotras no tenemos que sentirnos presionadas para conseguir la atención de los demás o sentir envidia de las chicas que nos rodean. Somos libres para vivir una vida recta y ser un ejemplo para las más jóvenes.

Pablo nos dice muy específicamente en Romanos 14:13-21 que no debemos tentar a nuestros hermanos en Cristo. Tuve la idea de Erin Davis de cambiar todas las referencias a los alimentos por referencias sobre la modestia, ya que se aplican los mismos principios. El pasaje es revelador:

“Propónganse vivir de tal manera que no causen tropiezo ni caída a otro creyente. Yo sé —y estoy convencido por la autoridad del Señor Jesús— que ninguna [ropa] en sí misma está mal; pero si alguien piensa que está mal [vestirla], entonces, para esa persona, está mal. Si otro creyente se angustia por lo que tú [vistes], entonces no actúas con amor si lo [usas]. No permitas que con tu [ropa] destruyas a alguien por quien Cristo murió. Entonces no serás criticado por hacer algo que tú crees que es bueno. Pues el reino de Dios no se trata de lo que [vistes], sino de llevar una vida de bondad, paz y alegría en el Espíritu Santo. Si tú sirves a Cristo con esa actitud, agradarás a Dios y también tendrás la aprobación de los demás. Por lo tanto, procuremos que haya armonía en la iglesia y tratemos de edificarnos unos a otros. No destruyas la obra de Dios a causa de [estilo]. Recuerda que todas [las ropas] están permitidas; lo malo es [vestir] algo que haga tropezar a otro. Es mejor no [vestirse para impresionar] ni hacer ninguna otra cosa que pudiera causar que otro creyente tropiece.

“No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios” (1º P.3:3-4).

“Y quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa” (1º Tim.2:9).

“Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad; pero no usen esa libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la libertad para servirse unos a otros por amor” (Gál.5:13).

“¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos, porque Dios los compró a un alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo” (1º Co.6:19-20).

Extracto del libro Reto de 15 Días Para Jóvenes Solteras

Por Ginny Melby

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