Pasaje clave: Juan 11:33-36.

A nadie le gusta sufrir o experimentar dolor. Y pocos cristianos saben cómo hablar de sus sentimientos de enojo, dolor, depresión o angustias cuando la muerte y las tragedias inesperadas llegan a sus vidas. Cualquiera puede ser víctima de una pérdida. Y existen pérdidas de todo tipo. Un amigo muere en un accidente de auto. Un amigo contrae SIDA. Un amigo elige suicidarse. Una amiga queda embarazada y se hace un aborto a escondidas. Alguien de la familia muere de cáncer. Un amigo adolescente muere a golpes en la puerta de un boliche bailable. Una sobredosis mata a tu compañera del colegio. ¡Te sientes destrozada!

Hacer frente al dolor y al sufrimiento de la vida será uno de tus desafíos más difíciles. De hecho, es el desafío más difícil del ser humano. ¿Cómo puedes salir adelante? ¿De dónde puedes sacar fuerzas?

Veamos cómo podemos responderte estas preguntas.

1. Es perfectamente normal que sientas pena y dolor frente a una pérdida. No escondas el dolor ni lo niegues. Siéntelo y exprésalo, porque es normal hacerlo. ¿Cómo reaccionó Jesús ante la tumba de su amigo Lázaro? ¿Cómo expresó su dolor? (Juan 11:33-36).

2. No reprimas tu dolor ni trates de reemplazar lo perdido. Hacer esto no sirve. Déjalo salir. No actúes como si no hubiera pasado nada.

3. Tienes que entender (aunque no sea fácil aceptarlo) que la muerte es inevitable. Tus seres queridos morirán. Tú y yo moriremos. (Eclesiastés 3:2).

4. Necesitas hacer ciertas declaraciones emocionales importantes. “Te amé siempre”. “Sentí que fuiste egoísta conmigo”. “Te extraño mucho”. “Nunca te voy a olvidar”. “Gracias por el tiempo que estuvimos juntos”. Y poder decir también: “Te odiaba, te odié toda mi vida, me arruinaste la vida…”. Necesitas decirlo para sacarlo de adentro, porque si te queda adentro te terminarás enfermando.

Por eso tienes que decirle esas cosas que quedaron pendientes y que no le pudiste decir en su momento. Porque se fue y no tuviste tiempo, porque cuando se lo quisiste decir, tal vez ya no te escuchaba, no tuviste la oportunidad, o no te atreviste por temor a su reacción.

5. Cuando no le encuentres explicación a tu dolor te refugiarás en Dios. El dolor podrá tapar tu fe pero no podrá robártela ni quitártela. No escapes del dolor ni lo culpes a Dios, métete más con Él.

6. Confiar en Dios renovará tus fuerzas. Pedirle su ayuda y esperar en Él te permitirá descansar del dolor. Dios te dará consuelo y te ayudará a salir adelante. La fuerza que Dios te da alienta tu espíritu y tu cuerpo más allá de lo normal. “Levantarás alas como las águilas” (Isaías 40:25-31).

Él te dará una razón para seguir adelante y estará allí amándote y sosteniéndote.

Piénsalo.

¿Qué tipo de dolor estás experimentando en tu vida ahora mismo?

Escríbele una carta a esa persona que has perdido. ¿Qué le dirías? ¿Qué emociones y pensamientos necesitas soltar definitivamente para cerrar ese capítulo de tu vida? Escríbelos.

Por Edgardo Tosoni

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