“Ésta es la palabra que el Señor dirigió a Miqueas de Moréset, durante los reinados de Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Ésta es la visión que tuvo acerca de Samaría y de Jerusalén” (Miqueas 7:7).
Este profeta, contemporáneo de Isaías, Oseas y Amós, es famoso por anunciar a la pequeña Belén como el lugar del nacimiento del Mesías (Miq.5:2). Pero el libro, que el Espíritu Santo le inspiró y que llegó hasta nosotros hoy, esconde más tesoros que la marca del punto geográfico donde Cristo llegaría al mundo.
¿Sabes? A veces me da la impresión de que nos conformamos con la mínima información necesaria. Con saber aquellos datos básicos y no pasar demasiada vergüenza en algún concurso bíblico o en la clase de Religión, nos damos por satisfechos. La idea que Cristo tenía para sus seguidores era bien diferente.
Fuimos el pueblo de la Biblia, la estudiábamos, la analizábamos, la examinábamos… ahora, muchas veces, para encontrar la referencia que el pastor menciona desde el pulpito, ¡necesitamos buscar en el índice! No va a ser la erudición de la Biblia, digamos «académica», lo que nos salvará; necesitamos de un conocimiento práctico de la Palabra de Dios. Pero, ¡qué difícil es adquirir ese conocimiento práctico que necesitamos, si no tocamos el Libro que precisamos estudiar!
Una de las características del libro de Miqueas es la dureza con la que ataca a los gobernantes corruptos. Mira: «Ustedes odian el bien y aman el mal; a mi pueblo le arrancan la piel del cuerpo y la carne de los huesos; ustedes se devoran a mi pueblo, le arrancan ¡a piel, le rompen los huesos; lo descuartizan como carne para la olla, como carne Dara el horno» (Miq.3:2-3).
¿No es terrible? ¿No te parece que se lo podíamos leer a algunos líderes de nuestros países y ciudades? Es tan actual que sorprende. ¡Claro! Sorprende a aquel que nunca lo estudió; que no sabía que textos así existían en la Palabra de Dios, que se conformó durante su caminata cristiana con recordar que Miqueas profetiza que Jesús nacería en Belén… aunque ni siquiera sepa la referencia.
Miqueas, en su sexto capítulo, te presenta otro tesoro: la verdadera religión que Dios espera ¿Holocaustos? ¿Miles de sacrificios? ¿Ofrendas generosas? No, nada de eso: “Lo que de ti espera el Señor es: practicar la justicia, amar la misericordia y humillarte ante tu Dios» (Miq.6:8).
Extracto del libro 365 Vidas
Por Milton Bentancor