En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. (Lucas 2:8).

Ser pastor en la época de Jesús era un oficio para gente sin estudios o para incompetentes. Algo así como ser pescador. Ser pastor era la forma más clara y contundente de demostrar que alguien no era capaz de mucho; que la sociedad no le daría importancia; que la vida sería -apenas- algunas noches mal dormidas cuidando a un puñado de ovejas (no vayas a pensar que eran muchas, ¡no!; máximo, unas quince para cada pastor), que generalmente nunca serían de ellos.

Puedes ser un simple pastor de ovejas del siglo XXI, al que nadie le da importancia, pero si tienes el corazón correcto, el Cielo te visitará para darte buenas nuevas.

Obviamente, eso no significa que no sea necesario formarse académica­mente, buscar los máximos logros escolares (recuerda que el apóstol Pablo era un doctor en la ley); lo que quiero decirte es que nunca tu título académico debe ser más importante que tu disposición a escuchar la voz de Dios y servirlo.

Otro aspecto que me parece interesante para que pensemos es que Jesús, en su ministerio terrenal, no tuvo ningún problema en juntarse con pescadores ni en compararse con pastores. Pensarlo hoy nos hace pintar cuadros -casi- románticos de un Jesús bondadoso, cargando un lindo corderito en brazos. Cuando lo piensas en la perspectiva cultural de aquella época, es como si Cristo hoy se comparara con el más simple de los trabajadores.

El Dios del cielo se hizo un bebé, y eligió un pobre establo para que los más simples se sintieran cómodos en su presencia. ¿Te imaginas a los pastores intentando entrar en un palacio real? -Sería muy complicado.

Como te das cuenta, Cristo no quiere complicar nuestra relación con él. La religión que nos pide no es complicada; por el contrario, es bien simple: ama a Dios y a tu prójimo. ¿Necesitas un doctorado en Teología para entenderlo? Sin duda, los sencillos pastores de Belén también consiguieron comprenderlo.

En su simplicidad, los pastores estaban interesados en la venida de Cristo. Paralelamente, los eruditos de Jerusalén tuvieron que ser avisados por extran­jeros que se habla cumplido el tiempo profetizado.

Si tienes un corazón en sintonía con el Cielo, no sería raro que una de estas noches te visito un coro do ángeles.

Extracto del libro 365 Vidas

Por Milton Bentancor

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