Jesús dijo: Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos. (Mateo 19:14).
os discípulos no estaban felices con la idea de un montón de niños abrazando a Jesús. Los motivos pueden haber sido muchos, pero el relato de Mateo -más esquemático- y el de Lucas -un poco más detallada dejan la sensación de que, para los apóstoles, Cristo tenía cosas más importantes que hacer y gente más importante que atender.
Según el relato de Lucas, cuando los niños llegan a pedir la bendición do Jesús, él y el grupo de discípulos estaban comenzando a organizar la próxima etapa de su constante viaje por la tierra de Israel.
Un comentario sobre esto. ¿Observaste que Jesús está constantemente caminando, viajando, entrando en contacto con diferentes personas? Me gusta pensar en un Salvador que camina, que busca, que encuentra; no en alguien que se queda parado (o sentado) en algún lugar, esperando que vayan a verlo. En ese aspecto también él debe ser nuestro ejemplo. Encerrados dentro de un templo tendremos muy poco contacto con quienes necesitan conocer a Cristo.
Según los discípulos, el viaje era más importante que les niños. Había que llegar al destino en el horario programado. Los discípulos se molestan, porque si Jesús ocupaba sus manos y su tiempo con los pequeños, no podía hacerlo con alguien que rindiera más rédito social, en popularidad y en aumento de su fama Nosotros, que nos llamamos seguidores de Cristo, ¿tratamos al otro, al pequeño, al que no me puede dar nada a cambio -excepto una sonrisa- de la misma manera que tratamos a los “importantes»? ¿Aprendimos, con el ejemplo de Cristo, que cada niño es un mensaje de esperanza que Dios da al mundo?
Los niños lo buscan porque saben que a él no le interesa ningún tipo de compensación terrena; solo quiere ver el rostro alegre de su hermano pequeño Los niños lo buscan porque ven la sonrisa franca, abierta, radiante que dibujo en sus labios cuando los ve llegar; cuando los abraza, cuando los bendice. Los niños lo buscan porque saben que para él no hay nadie más importante que ellos, en esos momentos. Te puedes acercar a Dios como esos niños se acercaban a Jesús.
Él sigue sonriendo mientras te abraza.
Extracto del libro 365 Vidas
Por Milton Bentancor