Entonces Joiada sacó al hijo del rey, le puso la corona y le entregó una copia del pacto. Luego lo ungieron, y todos aplaudieron, gritando: ¡Viva el rey! (2º Reyes 11:12).
Hacer lo correcto puede ser complicado, difícil, impopular y peligroso, pero sigue siendo lo correcto. Raptar a un niño y mantenerlo secuestrado por años no parece ser la mejor forma de actuar de un sacerdote. Con siete años de edad, presentarlo como rey delante del pueblo, sabiendo el tipo de persona que era Atalía y lo que ella estaba dispuesta a hacer para mantenerse en el trono de Israel, es -como mínimo- audaz.
Joiada da cada uno de esos pasos sabiendo lo que está haciendo, y con la convicción de quien está en el camino correcto. El fin justifica los medios. Pero si tú sabes que lo que estás haciendo es lo que Jesús haría en tu lugar y tienes la bendición del Cielo sobre tus acciones, lo que los otros piensen sobre tu proceder no te tendría que afectar.
La evaluación que el Cielo realiza de ti, de tus actos y de tu vida es más importante (y perfecta) que la que cualquier ser humano pueda realizar.
Joiada esperó seis años para presentar a Joás delante del pueblo: seis años durante los que Atalía reinaba sobre Israel. Seis años durante los que el paganismo, a través de la adoración a Baal, impregnaba la vida religiosa del pueblo.
Siendo el sacerdote de Israel, imagino que Joiada muchas veces debió haber querido reaccionar de un modo más determinado, habrá querido atacar lo que estaba mal, destruir a Atalía y a todo su séquito de secuaces que estaban llevando al pueblo a la perdición y a la ruina espiritual. No hizo nada de eso. Durante seis años, se preocupó en esconder a Joás y esperar.
«Esperar”: este debe ser el verbo más difícil de conjugar en nuestra vida. Joiada nos enseña que los tiempos de Dios son diferentes de los nuestros y que respetar la sabiduría divina nos da la victoria.
El día de la coronación de Joás, Joiada cuida todos los detalles relacionados con la protección física del niño, y después lo presenta. Estar haciendo una obra con la bendición de Dios no significa que puedes dejar de lado los detalles, por mínimos que parezcan. En la obra de tu salvación es igual.
Extracto del libro 365 Vidas
Por Milton Bentancor