Pasaje bíblico: Daniel 3:1-7.

Nuestra historia de ayer terminó con algunos hechos sorprendentes:

  • Daniel viendo e interpretando una visión cuyos acontecimientos se extendían desde su época hasta siglos en el futuro. ¡Wooooww! ¡Solo Aquel que revela los misterios puede darte semejante visión del futuro!
  • Nabucodonosor humillado, reconociendo la revelación y la grandeza de Dios, y la sabiduría de Daniel. ¡Increíble!
  • Daniel posicionado como jefe supremo de todos los sabios del reino. ¡Extraordinario! Déjalo a Dios llevarte hasta los lugares de poder.
  • Misael, Ananías y Azarías, elegidos como gobernadores de provincias babilónicas. ¡Espectacular!

En conclusión: ¡Solo la omnisciencia de Dios puede hacerlo!

UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Shockeado por la interpretación del sueño, ¿qué hace Nabucodonosor? (vs.1)
La estatua de oro medía casi 30 metros de alto por 3 metros de ancho y era el reflejo absoluto del poderío y la grandeza de Nabucodonosor. ¡Alta soberbia!
Luego de construirla, ¿qué orden le da a sus funcionarios? (vs.2-3)
Todos los altos cargos del gobierno babilónico, además de la gente del pueblo, se encontraban reunidos para la dedicación de la gran estatua de Nabucodonosor. Y entre todos ellos también estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías.
Entonces, sucede lo absolutamente inesperado…
Como parte de la ceremonia de dedicación de la estatua, ¿qué debían hacer TODOS los presentes y los no presentes al oír el sonido de los instrumentos de música? (vs.4-6)

ARRODÍLLATE O MUERE 1
¡Alta locura! ¡Pena de muerte inmediata para el que rehusara arrodillarse y adorar a la estatua! Nabucodonosor… ¡estás completamente loco!
Podemos “entender” la soberbia del tipo despilfarrando dinero del pueblo para autoidolatrarse con su propia estatua. ¿Acaso no hay gobernadores, presidentes o reyes que hacen extravagancias semejantes? El poder corrompe cuando no hay valores espirituales que le marquen la cancha.
Lo que no se puede entender es la amenaza autoritaria, el sin sentido de obligar a que todos lo idolatren. Y si no quieres hacerlo, entonces… arderás. Arrodíllate o muere. Arrodíllate o arde delante de todos.
El “arde delante de todos” me recuerda a las humillaciones que hemos sufrido frente a docentes o compañeros del colegio por defender nuestra fe, por hablar de Jesús o por invitarlos a alguna de nuestras actividades juveniles o reuniones de iglesia. Hoy, hay muchísima más apertura en la gente para oírnos, e incluso para permitirnos orar por ellos, pero 30 años atrás te hacían bullying solo por decir que eras evangélico. Claro, no se compara en nada con que te metan en un horno ardiente y se te derritan hasta las muelas emplomadas, pero, quienes vivimos esas experiencias, sabemos del calor que te recorre por todo el cuerpo mientras tu cabeza te grita: ¡tierra trágame!

¿Cómo reaccionan todos los presentes? (vs.7)
¡Claro! Si no te arrodillas y adoras, entonces te mueres. Así de simple.
Este es el 1º punto clave: adoración.
Si todo se hubiera limitado a la observación arquitectónica o al disfrute del arte de la estatua, ¡todo bien! Vas, miras, aplaudes a los genios que construyeron semejante obra (realmente impresionante) y te vuelves a tu casa. Listo, no pasa nada. Pero esa no era la intención de Nabucodonosor. Él exigía adoración. Su ilimitada soberbia y su gigantesco narcisismo demandaban adoración. Y esto no es broma. Porque a quién adoras y delante de quién te humillas, habla de quién (o quiénes) gobiernan tu corazón. Delante de aquel a quién te sometes, habla de quién tiene el control sobre tu vida. Felicitamos, reconocemos, aplaudimos y valoramos a las personas (gobernantes incluídos), pero solo adoramos a Dios. No nos inclinamos delante de ningún ser humano, delante de ninguna ideología, delante de ningún ídolo ni imagen, no “endiosamos” a ningún líder, pastor, sacerdote, brujo o chamán. Nuestra adoración es únicamente para nuestro Señor Jesucristo. Él es el único perfecto, el único 100% santo, el único que nos ama incondicionalmente las 24 hs del día, los 365 días del año, el único que perdona nuestros pecados, el único que permanece a nuestro lado siempre. Él es el único que nos sana, nos bendice y nos llena de esperanza. Sólo a Él adoramos y delante de Él nos humillamos porque solo a Él le damos el control y el gobierno de nuestras vidas.

El 2º punto clave es: miedo.
Por miedo, toda aquella multitud se arrodilló y adoró. El miedo, la desesperación, la angustia extrema, te hacen hacer lo que no debes hacer.

Extracto del libro Desafíos PJA Daniel

Por Edgardo Tosoni

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