Pasaje clave: Génesis 45.
JUDÁ: UN CORAZÓN TRANSFORMADO
Vuelve un momento al final del capítulo 44. Nos habíamos quedado con la confesión liberadora de Judá. ¿Sabes por qué su confesión tiene tanto, pero tanto valor? ¿Sabes por qué es taaaaaan importante?
20 años atrás, Judá no tuvo ninguna consideración por José ni por su padre Jacob. Fue idea suya vender a José como esclavo y ganar dinero con él (37:26-27), y luego mentirle descaradamente a Jacob diciéndole que José había muerto (37:31-32). Pero ahora, Judá está realmente preocupado por Benjamín y por su padre Jacob. No quiere más dolor para ellos, no quiere verlos sufrir más. Su corazón late, su corazón siente, su corazón no es el mismo. Ha cambiado, ha sido transformado y lo expresa con preocupación por ellos, con arrepentimiento y con una actitud de sustitución: su propia vida por la de Benjamín. “Quédate conmigo, pero déjalo ir a él”.
Y esta confesión liberadora, esta tremenda actitud de humildad y sacrificio, lo quiebra a José en mil pedazos, ¡y no aguanta más!
¡HEY! SOY JOSÉ, ¿CÓMO QUE YA NO ME CONOCES…?
¿De que manera se da a conocer a sus hermanos? (vs.1-4).
¿Y qué es lo que José “ve” ahora que no veía antes? ¿Qué propósito hubo detrás de todo lo que vivió y sufrió? (vs.5-8).
José recorrió un largo camino desde aquel adolescente orgulloso hasta éste líder humilde y engrandecido por Dios. Él experimentó muy fuertemente la mano de Dios sobre su vida y aprendió a verlo a Dios en todas sus circunstancias. Un aprendizaje doloroso y difícil pero altamente efectivo.
Si eres capaz de “ver” como vio José, ver que detrás de todas las situaciones lindas o feas de tu vida está la mano de Dios, también serás capaz de perdonar a aquellos que en algún momento de tu vida te lastimaron, te abandonaron o te trataron injustamente. Perdonarlos no significa vivir como ellos viven, porque tú tienes un corazón nuevo en Cristo; pero sí significa estar en paz con ellos, dándoles un testimonio muy fuerte del amor y del perdón de Jesús. Tal vez te cueste aceptarlo, pero Dios permite situaciones injustas (las permite, no las provoca) para que aprendamos a amar, a perdonar, a ser pacientes, a darles a los demás una nueva oportunidad de reconciliación, independientemente de lo que ellos hagan.
Tus actitudes no deben depender de lo que los demás hacen o dejan de hacer. ¿Quién tomó la iniciativa para la reconciliación, José o sus hermanos?
Plantéatelo seriamente: ¿Cómo aprenderás a perdonar si nunca nadie te lastima? No estoy diciendo que vayas por ahí buscando gente que te haga cualquier cosa para luego “practicar el perdón”. ¡No! Estoy diciendo que esas situaciones duras, difíciles, que no quieres, te dan la oportunidad de perdonar, de amar, de crecer, de madurar y de cambiar actitudes en tu propia vida que de otra manera, tal vez, no lo harías. Aprovecha cada situación que se te presente para permitirle a Dios formar Su carácter en tu vida. TODO te ayudará a bien ¡si amas al Señor!
Declara en fe: “Esta situación no me detendrá, no me atará ni frenará. No me quedaré tirado ni me daré por vencido, sino que me levantaré en el nombre del Señor Jesús porque él está conmigo como un poderoso gigante. La maldición se convertirá en bendición y el dolor se volverá en sanidad y gozo porque soy como un árbol plantado junto a corrientes de agua”.
¡YA TENGO EL PODER…!
¿Qué les pide José a sus hermanos que hagan y cómo los trata? (vs.9-15)
José ahora tiene el poder de bendecir a otros. Por él todo Egipto fue bendecido y ahora también lo es su propia familia. Él no se olvidó de su padre y de sus hermanos. Él no les devolvió mal por mal. Él les dio bendición a cambio de rechazos. Tenía el poder de hacerlo ¡y lo hizo!
¿Qué le estás devolviendo a tus padres? ¿Mal por mal o bendición por bendición? Si ellos no cambian, ¿tú nunca cambiarás tus actitudes hacia ellos? Cambiar tus actitudes no significa estar de acuerdo y aceptar la vida que ellos llevan o las reacciones que tienen, significa no pagarles con la misma moneda. Significa darles interés a cambio de indiferencia; darles paciencia a cambio de exigencias, darles oraciones a cambio de gritos. Finalmente, cuando José dio también recibió. Y no sólo recibió bendición para él, sino para toda su familia. (vs.16-23).
Dios nunca se olvida de lo que tú das. Y a cambio de lo que tú das, El te dará a ti en abundancia.
¿Quieres recibir perdón? Perdona.
¿Quieres recibir bendición? Bendice.
¿Quieres ser amado/a? Ama.
Y aprende a ver la mano de Dios en todo.
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Génesis Edición Extendida»
Por Edgardo Tosoni
DESCARGA GRATIS «Desafíos PJA: Génesis Edición Extendida». Haz CLICK AQUÍ