Pasaje Clave: Marcos 13:1-23
Jesús y sus discípulos se van al monte de los Olivos, y una vez allí comienzan las preguntas acerca del fin de los tiempos. Ellos, como cada uno de nosotros, querían saber cuándo se iba a terminar todo.
¡¿No me digas que no te interesa saber cuándo se termina todo?!
El maya fumado que predijo que en 2012 se terminaba todo tenía demasiado humo en su cerebro.
Imagínate que después de 5 o 6 años de grandes sacrificios sólo te falta aprobar la última materia para recibirte… ¡y llega el fin del mundo!
Imagínate que la chica de tus sueños, a quien le declaraste tu amor más puro, está por darte el tan esperado ssiiiiiiiiiiiiii… ¡y llega el fin del mundo!
Imagínate que estás a horas de tu luna de miel para disfrutar a full con tu flamante esposo… ¡y llega el fin del mundo!
Imagínate que estás a días de debutar con tu banda, soñando con miles de hermanitas en la fe que gritarán tu nombre y morirán de amor por ti (aunque esa nunca debería ser la motivación de un artista cristiano)… ¡y llega el fin del mundo!
¡Nooooooooooooooooo! ¡Esto no puede estar pasándome a mí!
¿Entiendes? Es un tema que por diferentes razones y motivaciones nos interesa a todos.
¿Cuáles el primer tema que plantean los discípulos? (vs.1-2).
Lee acerca de esto en “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Lucas” Día 26.
Luego le formulan dos preguntas importantísimas, ¿cuáles son? (vs.3-4).
¿Y qué les responde Jesús? (vs.5-23).
Para entender la respuesta de Jesús a las dos preguntas lee El Fin de los Tiempos 1 en “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Mateo” Día 27.
Quiero detenerme en un versículo muy importante que Mateo no menciona (y sí lo hace Lucas en 21:13-15), me refiero al vs.11.
Lee atentamente ambos pasajes.
Si bien Jesús está hablando del fin de los tiempos y describiendo situaciones extremas de persecución, su consejo es perfectamente aplicable a las experiencias que nos tocan vivir en la actualidad cuando nuestra fe es atacada, despreciada o rechazada, o cuando nos piden que demos testimonio de lo que creemos.
Lucas 21:13 nos dice que es una oportunidad para dar testimonio, no es para tener miedo ni para avergonzarse, sino para hablar de Jesús.
En el vs.11 de Marcos Jesús menciona dos conductas bien específicas que tenemos que tener ante esas situaciones, ¿cuáles son?
¡Exacto! ¡No te preocupes de lo que vas a decir! ¡No ensayes una respuesta memorizada! ¿Por qué? ¡Porque el Espíritu Santo te dará su palabra, su sabiduría y su revelación para que sepas qué decir!
Vuelve a leer el vs.15 de Lucas 21. ¿Qué te promete el Señor? ¿Qué sucederá?
Pero cuidado, porque el Espíritu Santo no improvisa, él toma de lo que hay en tu corazón. Si caminas con Dios, si te llenas de su Palabra y la crees, si te mantienes lejos del pecado, entonces el Espíritu tendrá de dónde tomar y pondrá las palabras en tu mente y en tu boca. Pero si tu corazón está lleno de cosas que no son de Dios y vacío de su palabra, vacío de su Presencia, el Espíritu no hablará y no tendrás nada para decir, entonces sí serás avergonzado.
Si no puedes hablar lo que bendice mejor es que no hables nada, porque las palabras tienen poder para sanar y para enfermar, para bendecir o para maldecir. Cuida lo que hablas de ti mismo y de otros, no hables por hablar.
Hay chicos y chicas que viven hablando. Hablan y hablan y hablan sin poder controlar sus lenguas. Y entre tantas cosas que dicen, muchas veces, terminan pecando. Critican, juzgan, se burlan, desprecian, descalifican, opinan sin saber, llevan y traen chismes. Su manera de hablar y sus palabras revelan lo que hay en sus corazones y la falta de prudencia en lo que dicen y cómo lo dicen.
Pero si eres prudente y buscas agradar a Dios, el mismo Espíritu Santo te dará qué hablar y cómo hablar cuando tengas que hacerlo. Sea para predicar, para aconsejar, para alentar o para corregir el error de alguien, el Espíritu pondrá las palabras en tu boca.
Mira cómo finaliza Jesús en el vs.23. Ya lo sabes, ahora depende de ti.
¿Qué hay en tu corazón en estos momentos?
¿Con qué te llenas la cabeza cada día? ¿Qué miras, qué lees, que oyes, qué hablas? ¿Qué le das de comer a tu vida cada día? Piénsalo.
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Marcos»
Por Edgardo Tosoni
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