Pasaje Clave: Jueces 20:29-48

Únicamente en éste capítulo 20 vemos a Dios autorizando una guerra entre hermanos: Israel vs. Benjamín. ¿Y por qué?
Porque el pecado, y el encubrimiento de ese pecado, tienen que ser castigados. Nada de esto hubiera sucedido si los líderes de la tribu de Benjamín hubieran juzgado y condenado a los culpables de la violación de la concubina (incluyendo al levita). Pero no sólo que no lo hicieron, sino que además los encubrieron provocando una guerra con el resto de las tribus.
El pecado siempre causa divisiones.
Entre amigos, o en un noviazgo, el pecado causará divisiones.
Las familias se dividen a causa del pecado.
Los ministerios juveniles fracasan por los pecados del liderazgo.
En las iglesias, el pecado siempre trae profundos problemas.
Nuestras naciones sufren a causa de los pecados de sus líderes políticos, por corruptos, ladrones y mentirosos.
Entiende esto: el principal problema con el pecado no es que te “ensucia” delante de Dios y de la gente… el principal problema es que te hace perder el propósito de Dios para tu vida. Te desenfoca completamente de lo que Dios quiere para ti.

Jueces nos muestra a una nación de Israel completamente desenfocada a causa de sus pecados, tribus desenfocadas y jueces desenfocados porque en algún momento escogieron el pecado en lugar de la santidad de Dios y perdieron el propósito para el cuál Dios los había llamado.
El propósito no era que se parecieran a los demás… Nunca lo fue…
No era tatuarse como los demás…
No era tener relaciones prematrimoniales como los demás…
No era alcoholizarse ni drogarse como los demás…
No era abortar como los demás…
No era mentir, robar o golpear como lo hacen los demás…
No era maltratar, abusar, manipular o controlar como los demás…
No era dudar de Dios ni de su Palabra como lo hacen los demás…
No era engañar, meter los cuernos y ser infiel como los demás…
No era llenarse la cabeza con los valores sin Dios de los demás…
Ni para ellos, ni para nosotros…
¿Te estas desenfocando? ¿Hay algún pecado al que tengas que renunciar?

GUERRA CIVIL 3: ¡¡POR FIN UNA BUENA!!
Ahora sí, con el aval de Dios y con su promesa de éxito asegurado, ¿qué estrategia elaboran los hombres de Israel? (vs.29)
¡Muy bien! Basaron toda su estrategia de batalla en colocar emboscadas inteligentemente distribuidas. Si los guerreros de Benjamín lograban escapar de una de ellas, caerían sí o sí en las restantes. 5 veces se mencionan las emboscadas puestas por Israel (vs.29, 33, 36, 37 y 38) y los estragos que causaron en la tribu de Benjamín.
Confiar en Dios y planificar inteligentemente es una excelente combinación.
Pero hagamos una pausa y volvamos al comienzo de la batalla.

¿Con qué actitud salen los hombres de Benjamín a pelear? (vs.30-32)
¿Y qué era los que no sabían los de Benjamín? (vs.34)
Ellos estaban tan confiados en sí mismos y tan creídos de que volverían a ganar, que no pudieron ver que el desastre total se acercaba.
Confiar en ti mismo está bien, pero ¡cuidado con el exceso de confianza en ti mismo!
¿Cómo sabemos que tenemos exceso de confianza? Muy simple: No consultamos con nadie. No pedimos consejos. No oramos buscando la dirección de Dios. No escuchamos a los que saben más que nosotros o son más maduros. Nos manejamos de manera individualista creyendo que la tenemos “reclara” y que no necesitamos de los demás. Cuando actuamos de esta manera, lo más probable es que todo termine en un gran desastre.

¿Cuál fue el trágico y desastroso final para Benjamín? (vs.35, 39-48)
La confianza en Dios y la planificación estratégica les dieron una gran victoria a las tribus de Israel. Por otro lado, la excesiva confianza en sí mismos y su soberbia, actuando independientes de Dios y encubriendo el pecado de los culpables, les trajo tremendas pérdidas a la tribu de Benjamín. ¡Casi son exterminados!

Emboscadas. Satanás las utiliza en nuestra contra. Una invitación, una mirada sensual, un “pruébalo, no pasa nada”, una propuesta tentadora, una promesa, un secreto… pueden ser las emboscadas utilizadas por nuestro enemigo para desviarnos del propósito de Dios.
No te aísles. No confíes excesivamente en ti mismo/a. Busca la dirección de Dios y busca el consejo de las personas que realmente te aman. No seas ingenuo/a. Satanás no juega, Satanás divide y destruye. Piénsalo.

Extracto del Libro Desafíos para Jóvenes y Adolescentes Jueces.

Por Edgardo Tosoni.

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