Pasaje Clave: Amós 1:1.
¡¡Hola!! Bienvenidos a una nueva serie devocional. Disfrútala y compártela!!
Para comenzar, pongámonos en contexto, así entenderemos mejor de qué van las profecías y palabras de Amós.
UN POCO DE CONTEXTO
Aunque Amós era originario de Judá (el reino del Sur), tenía que anunciar su mensaje en Israel (el reino del Norte). Si quieres saber más acerca de estos dos reinos y porqué la nación de Israel quedó dividida entre el sur y el norte lee “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: 1º Reyes”.
El versículo 1 nos dice que Amós profetizó durante el reinado de Uzías en Judá (792 a 740 A.C.) y durante el reinado de Jeroboám II en Israel (793 a 753 A.C.). Dicen los comentaristas bíblicos que, en esa época, Israel (el reino del Norte) estaba en lo más alto de su poder político, de su prosperidad económica y de su expansión territorial. O sea, había mucha gente que vivía muy, muy bien, dándose todos los gustos posibles. ¡Y ni hablar de la casta política y religiosa que, como suele suceder siempre, eran los más ricos y poderosos!
Sin embargo, la nación se corrompió social y espiritualmente. Como sociedad se volvieron egoístas y materialistas, centrados en sí mismos y viviendo indiferentes hacia Dios. Adoraban ídolos, abusaban de los más pobres sin tener en cuenta sus profundas necesidades, sobornaban y realizaban toda clase de injusticias y despreciaban la justicia y la rectitud. Y transformaron a la ciudad de Bet-el, el centro religioso del reino del Norte, en un lugar de idolatría y corrupciones religiosas.
Stop. Detengámonos un momento aquí antes de continuar… Porque este contexto social, económico, político y religioso de Israel, me lleva a pensar varias cosas:
1º. El problema de Israel no fue prosperar y crecer económicamente. Su problema fue haberse olvidado de Dios (ya lo veremos más adelante). Por lo tanto, tener un buen trabajo, ganar dinero honestamente, prosperar, viajar, disfrutar, pasarla bien con tu familia y amigos, ¡no está mal! Dios te bendice para que disfrutes y compartas sus bendiciones. El problema real es cuando “sus” bendiciones se vuelven más importantes para ti, que Dios mismo.
Y entonces… tal como sucedió con Israel, “¡chau Dios! Ya no te necesito”. Dejas de orar, dejas de leer la Palabra, te “olvidas” de congregar, te olvidas de vivir como Dios lo diseño… Y esa actitud te lleva al segundo punto.
2º. Vives… disfrutas… y tomas decisiones… SIN Dios, sin necesidad de Dios, sin consultar con Dios… Y poco a poco te transformas en una persona egoísta, sin empatía hacia los demás, que busca su propio placer y sus propios beneficios. No eres alguien “malo”, solo eres alguien que ya no tiene en cuenta a Dios… como los habitantes del reino del Norte…
3º. Y tal como sucedió con ellos, sino cambias, si continúas ignorando a Dios (o haciéndole “ghosting”), entonces, el pecado comenzará a gobernar en tu corazón, en tus pensamientos y en tus decisiones. Y aunque por afuera todo se vea “espectacular”, y te sientas “en tu mejor momento”, y creas que te has vuelto “la mejor versión de ti mismo” (como sucedía con Israel), por adentro, las cosas no estarán tan bien… olerá feo… olerá a depre… a broncas… a quejas… a malhumor… a incredulidad… a rebeldía… a descontrol… a indiferencia… a apatía… Es lo que produce el pecado.
Entonces, en ese contexto de indiferencia espiritual, Dios lo llama a Amós a que profetice en Israel y a que profetice también a nuestras propias vidas si nos hemos vuelto como aquel reino del Norte. Porque solo una palabra de Dios podrá cambiar nuevamente nuestro corazón y nuestra realidad.
¿QUIÉN ES AMÓS?
¿Qué dice el versículo 1 acerca de Amós?
Era de Tecoa, un pequeño pueblo que estaba a unos 8 kilómetros de Belén.
Y también era pastor. Algunos comentaristas opinan que la palabra hebrea que se traduce como “pastor” no se refiere a un simple pastor que cuidaba ovejas, sino a un propietario y criador de rebaños.
Sea como sea, Amós escucha el llamado de Dios, viaja hasta Samaria, la capital de Israel, y posteriormente a Bet-el, el centro religioso y político de la nación. Y desde esos dos lugares, y bajo la revelación del Espíritu Santo, comienza a soltar palabra tras palabra, profecía tras profecía, como misiles de alto poder, que impactan profundamente en todos aquellos que vivían taaaaaaaan tranquilos y taaaaaaan indiferentes a Dios.
Cuando la Palabra de Dios nos incomoda y hasta nos molesta, es porque hay cosas en nuestro interior que tienen que ser corregidas, perdonadas y sanadas. Y Dios no nos dejará “tranquilos” hasta que nos volvamos a Él.
Extracto del libro Desafíos PJA Amós
Por Edgardo Tosoni
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