Pasaje Clave: Amós 5:16-27.

Mira cómo comienza el versículo 16: “Por tanto…”, “Por eso…”.
¿Sabes qué significa esta expresión? Significa que, por todo lo que hicieron antes, ahora vendrán consecuencias. Desde el capítulo 2:6 (Día 5) hasta el capítulo 5:15 (Día 8), los habitantes de Israel (el reino del Norte) han sido una sumatoria imparable de pecados, injusticias, abusos, maltratos, idolatrías, indiferencias, insensibilidades, falta de empatía, etc…, etc…, etc.
¡Y Dios, lleno de paciencia, les venía advirtiendo! Una advertencia, y otra advertencia, y otra más… Los venía “apretando” con situaciones difíciles para que se arrepintieran, se volvieran a Él y lo buscaran… Sin embargo, como nada cambió, en este punto Dios dice ¡basta!. Por lo tanto, agárrate los calzones porque la cosa se viene muy, pero muy, grave.

LA SENTENCIA DE DIOS 3
¿Qué sucederá con ellos? (vs.16-17)
Llorarán, se lamentarán, gritarán de angustia y harán duelo.
Pero estos que lloran, ¿no eran los mismos ricos, famosos y poderosos que iban de fiesta en fiesta, que vivían riéndose y pasándola bien, que eran súper exitosos, ganadores y populares y nada les faltaba? ¿No eran los mismos que humillaban y maltrataban a las demás personas? ¿Ahora lloran y se lamentan? Sus riquezas, fama y popularidad, ¿no los pueden salvar?
Pausa… Stop… Para que no te confundas…
La sentencia de Dios era para TODOS los habitantes del Israel. Ricos o pobres, populares o impopulares, famosos o desconocidos, fuertes o débiles, para los que vivían en palacios y para los que dormían en la calle. Todos, sin excepción, de una u otra manera, habían ignorado a Dios. Los ricos porque se sentían “intocables”, los pobres porque se vivían quejando de su situación y odiando a los que más tenían… Todos vivían lejos de Dios, indiferentes a su Palabra y a su Presencia. De diferentes maneras, todos eran culpables por sus pecados y su falta de arrepentimiento. Pero claro, son los ricos y poderosos, los que mayores pérdidas sufrirán. Ellos, que lo tenían todo, se quedarán sin nada. ¡Y ahora lloran y se lamentan!

¿Qué les espera de ahora en más? (vs.18-20)
¡¡Ni siquiera el tan anhelado “Día del Señor” será un alivio para ellos!!
¿Qué es el “Día del Señor”? Había en Israel una tradición muy antigua y popular de que el Día del Señor sería un día de triunfo y liberación para toda la nación. En ese día, Dios aniquilaría a todos los enemigos de Israel, les daría una tremenda victoria, serían la nación más bendecida de la tierra y ellos vivirían felices para siempre. Y colorín colorado… ¡Hasta que llegó Amós y les arruinó completamente su linda fantasía!
El Día del Señor, que ellos taaaaanto esperan para “zafar” de todo lo malo que hicieron y seguir viviendo como se les canta las ganas, no será un día de luz y victoria, no será un día de triunfo y liberación como se lo imaginaban, no será ese “cuentito simpático” que los padres les contaban a sus hijos antes de irse a dormir… No, no… ¡Será todo lo contrario!
De un solo golpe Amós les borra la sonrisa de sus rostros y los sacude con la más cruda realidad. Chicos y chicas, el Día del Señor que ustedes tanto esperan, será un día de oscuridad, de juicio, de justicia, de destrucción y de muerte, por causa de sus muchos pecados y maldades. ¡¡Oh my God!!

Los que habían dejado de llorar, ¡empezaron a llorar de nuevo!
Y muchos otros comenzaron a correr al templo para presentarles ofrendas a Dios y tratar de “calmar” su enojo y frenar su destrucción.
Sin embargo, Dios los frena en seco. ¿Qué les dice? (vs.21-23)
¡Oh my God!! ¡Oh my God!! ¡Oh my God!! ¡¡Ahora sí estamos al horno!!
Tanto pecado habían acumulado durante décadas que Dios rechaza sus ofrendas y alabanzas y les dice que para Él no tienen ningún valor, no sirven para nada. Dios aborrece sus fiestas y sus reuniones. Dios rechaza sus ofrendas y sacrificios. Él no quiere oír más sus alabanzas. Son pura basura.
Dios rechaza la religión de apariencias, la religión sin contenido espiritual.
A Dios no le interesa tu religión, tus rituales, tus ritos, a Dios le interesa tu corazón, tu mente y tu espíritu completamente entregados a Él.
¿De qué sirve que congregues y no faltes a ninguna reunión, si vives viendo pornografía y teniendo sexo con tu novio/a?
¿De qué sirves que ofrendes y diezmes, si eres mentiroso, mal educado, rebelde, violento, desobediente y tu lengua es como una víbora?
¿De qué sirves que alabes a Dios en la iglesia, si luego en la calle hablas y vives como cualquier incrédulo que no conoce a Jesús?
¿De qué sirven tus apariencias “religiosas” si tu corazón está lejos de Dios?

¿Cuál será el triste final para los habitantes de Israel? (vs.24-27)
Como un río que nadie puede detener y que arrasa con todo a su paso, así será el juicio de Dios. Porque ellos ofendieron a Dios de múltiples maneras serán llevados en cautiverio y vivirán como esclavos en tierras extrañas.

Extracto del libro Desafíos PJA Amós

Por Edgardo Tosoni

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