El apóstol Pablo compara la vida cristiana con una competencia deportiva: una carrera que todos tenemos por delante. Él nos alienta a ser vencedores en la carrera diaria que consiste en vivir de acuerdo a los mandatos de Dios. Así, obtendrás el gran premio que solo consiguen los vencedores en Jesucristo.

Un deportista debe estar preparado. Un deportista debe alcanzar una meta. Un deportista evita todo lo que pueda hacerle daño. Un deportista es disciplinado en su entrenamiento diario. Un buen deportista merece ser premiado.

Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio sino uno solo. Pues nuestra vida como seguidores de Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. Los que se preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un premio que dura para siempre. Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que no lucho sin un propósito. Al contrario, vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo (1º Corintios 9.24-27).

Leamos algunos pasajes bíblicos que nos hablan acerca de la nueva vida que Dios te ofrece.

Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva (2 Corintios 5.17).

Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él (Efesios 4.23).

No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad, y antes ustedes vivían así, pues no lo conocían. Pero ahora ya lo conocen, y han pasado a la luz; vivan entonces como corresponde a quienes conocen a Dios (Efesios 5.8).

No se hagan cómplices de los que no conocen a Dios; al contrario, háganles ver su error, pues sus hechos no aprovechan de nada (Efesios 5-11).

Tengan cuidado de cómo se comportan. Vivan como gente que piensa lo que hace, y no como tontos (Efesios 5.15).

No te dejes llevar por las tentaciones propias de tu edad. Tú eres joven, así que aléjate de esas cosas y dedícate a hacer el bien. Busca la justicia, el amor y la paz, y únete a los que, con toda sinceridad adoran a Dios y confían en él (2 Timoteo 2.22).

Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien, procurar conocer mejor a Dios, y dominar sus malos deseos (2 Pedro 1.5-6).

Querido joven, acepta mis enseñanzas; valora mis mandamientos. Trata de ser sabio y actúa con inteligencia. Pide entendimiento y busca la sabiduría como si buscaras plata o un tesoro escondido. Así llegarás a entender lo que es obedecer a Dios y conocerlo de verdad (Proverbios 2.1-5).

No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo (Filipenses 4.6-7).

Extracto del libro “Si Te Gusta ¡Hacelo! ¿Podés Vivir Así?

Por Sociedad Bíblica Argentina

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