Pasaje clave: Juan 12:1-19.

Faltan seis días para la pascua y Jesús decide ir a Betania a la casa de sus amigos. ¿Recuerdas quiénes eran ellos? (vs.1-2).

Betania era un lugar especial para Jesús. Era el lugar de los amigos, los afectos, la honra, el descanso, la alegría y el disfrute. Sí, incluso Jesús se tomaba tiempos de disfrute para compartir con la gente que amaba y que lo amaban a él. Trabajaba mucho, iba y venía para todos lados, pero cada cierto tiempo volvía a Betania, al lugar de la honra y del reconocimiento. Lázaro, Marta y María lo amaban, lo servían, lo honraban, y Jesús amaba estar con ellos.

¿Sabes que tú también necesitas personas como ellos para que estén cerca tuyo? Gente que te honre con sus palabras, que sane tu vida con sus actitudes y que te desafíe a ser mejor de lo que eres. Amarás estar con ellos porque todos necesitamos sentirnos apreciados, honrados, valorados y aprobados en nuestras vidas.

Huye de los que te tratan mal, de los que te descalifican, de los que solo te quieren por lo que tienes o por lo que le das, de los que te llenan de problemas, pero busca estar con aquellos que te valoran y que llenan tu corazón del amor de Dios y hacen más fuerte tu fe.

Jesús sabía a quiénes metía en su vida. Jesús no tenía intimidad con cualquiera. Jesús sabía perfectamente bien que las personas incorrectas tarde o temprano influyen negativamente y te frenan. Si le abres tu corazón a la persona equivocada puede enfriar tu amor por Dios, puede convertir tu fe en incredulidad, puede envenenar tu manera de pensar, puede destruir o retrasar el plan de Dios para tu vida, incluso puede arruinar a toda tu familia. Elige muy bien a tus amigos y no metas a cualquiera en tu círculo íntimo.

¿De qué manera María honra a Jesús? (vs.3).

El perfume que María derramó sobre los pies de Jesús era carísimo. Su precio era de 300 denarios y equivalía al sueldo de ¡un año de trabajo! ¡Woooooowwww! ¡Eso es amor! ¡Esa es una ofrenda que cuesta!

Es muy fácil decir: “Jesús te honro, Jesús te amo, Jesús por ti haría cualquier cosa”. ¡Es facilísimo! Y no estoy diciendo que no haya que decírselo, por supuesto que sí, él es honrado con nuestras palabras de adoración. Pero qué sucede cuando a la ofrenda de tus palabras la tienes que acompañar con algo más.

Si tienes trabajo, ¿honrarías al Señor con el sueldo de todo el año? (Era lo que costaba el perfume que María ofrendo al Señor).

Si estudias, ¿honrarías al Señor ofrendándole tu notebook nueva?

¿Honrarías al Señor con tu mensualidad?

¿Cuál es el objeto de mayor valor que posees? ¿Se lo entregarías al Señor como ofrenda, como muestra de tu amor por él?

Espera. No estoy diciendo que tienes que hacerlo. No serás ni mejor ni peor hijo de Dios por hacerlo o no. Lo que quiero ayudarte a pensar es cuán fácil es decir palabras de amor pero cuánto nos cuesta sacrificar cosas por amor.

María sacrificó algo de mucho valor por amor a Jesús y eso fue mucho más poderoso que mil palabras de adoración. Su ofrenda y la actitud de su corazón fueron adoración.

¿Cómo reacciona Judas por la adoración de María? (vs.4-6).

¿Y cómo la defiende Jesús? (vs.7-8).

¿Qué reacciones hubo por la presencia de Jesús en Betania? (vs.9-11).

“¡UN AUTÓGRAFO JESÚS, UN AUTÓGRAFO!”

Jesús era la sensación del momento, y la multitud enloquecía detrás de él. ¿De qué manera se lo demostraron? (vs.12-13, 17-18).

¿Qué hace Jesús? (vs.15-16).

¡Increíble! Jesús cumple la Palabra.

La multitud esta excitadísima: “Ahí viene Jesús, viva el Rey, aplaudan. ¡Jesús, fírmame un autógrafo! ¡Una foto juntos Jesús! ¡Espera, te filmo y te subo a Youtube! ¡Dame tu Facebook Jesús, seamos amigos! ¡Te tengo  estampado en mi remera Jesús! ¡Viva el Señor, el Rey de Israel!”

Pero Jesús cumple la Palabra. El Rey se sube a un asno y de esa manera entra a Jerusalén. Él no pidió nada de lo que la multitud está haciendo, no lo necesita, no se le sube a la cabeza ni se la cree, porque esa misma multitud muy pronto volverá a estar excitada y le gritará: “¡Crucifíquenle! ¡Crucifíquenle!”

Jesús no vino para ser Rey, vino para cumplir la Palabra.

No vino para ser la súper estrella, vino para hacer la voluntad de su Papá.

No vino para dar un espectáculo, vino para juzgar el pecado y darnos salvación.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Juan»

Por Edgardo Tosoni

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