Pasaje clave: Marcos 12:28-44.
EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE
Jesús acaba de responderle a los saduceos acerca de la resurrección de los muertos, su respuesta fue tan impactante que provocó que un escriba se acercara a él, no para tentarlo, no para hacerle perder el tiempo con preguntas tontas, sino para ser enseñado por él.
¿Con qué actitud se acerca a Jesús y qué le pregunta? (vs.28).
A diferencia de todos los anteriores el escriba tenía un corazón humilde y enseñable. ¿Sabes qué significa esto?
Reconoce que Jesús tiene una sabiduría que él no posee, que Jesús sabe cosas que él necesita aprender. Esa es una actitud humilde, porque un soberbio jamás reconocería que alguien sepa más que él, y si lo reconoce jamás buscaría su consejo. Pero además, el escriba reconoce que más allá de su propio conocimiento, edad o experiencia, necesita seguir aprendiendo. Y Jesús puede enseñarle.
¿Eres humilde? ¿Eres enseñable? ¿O eres de aquellos que se la saben todas y que no escuchan a nadie (tercos en su propia opinión)?
¿Qué le responde Jesús al escriba? (vs.29-31).
¡¡¡Wooooww!! ¡Qué respuesta! Clara y directa. Hasta un niño la entendería. Pero más allá de esto, hay una profundidad enorme en sus palabras.
Primero establece que hay un solo Dios. Uno y solo uno. No hay muchos dioses, no hay tres dioses, no hay dioses interiores, ni divinidades humanas, hay uno solo manifestado en tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Uno porque es indivisible, uno porque está en perfecta unidad consigo mismo (Dios no tiene múltiples personalidades), uno en sus propósitos y uno en sus deseos y voluntad.
Pero luego, Jesús establece claramente que tu y yo podemos amar a este único Dios. ¡Podemos amarlo! ¡Podemos establecer con él una relación de amor! Él es increíblemente poderoso y magnífico en todo, pero no está distante, no es un extraterrestre difícil de ser encontrado, no es la fantasía de los religiosos, ni la creación del ser humano. ¡Es el Dios a quien puedes amar porque desea que lo ames y se deja amar por ti!
Él anhela que le ames, porque cuanto más le amas mayor es la experiencia de Su amor en tu propia vida. Cuanto más das, más recibes. Cuanto más le declaras tu amor mayor es el fluir de su amor en tu vida.
Espera. Aclaremos un punto. Dios te ama aunque tú nunca lo ames, y Él vive perfectamente sin tu amor, pero tú sí necesitas su amor porque sin él tienes dificultades para vivir, por eso sales a buscar desesperadamente amor por todos lados. Necesitamos su amor y solo podemos disfrutarlo, sentirlo y experimentarlo cada día cuando decidimos amarlo a él.
Aprende a enamorarte de Jesús. Adóralo, porque toda adoración es expresión de amor. Reconócelo, valóralo y dilo con tus palabras, como te salga, como quieras, pero hazlo.
“¡Te amo Señor Jesús! Eres precioso para mí. Eres lo más importante que me ha sucedido en la vida. Amo tus palabras, amo tu presencia acompañándome cada día, amo estar contigo. Eres tan bueno, tan amable, tan perdonador. Eres tan fuerte, tan inteligente, tan rico. Jesús, eres todo lo que necesito. Eres mi fuerza, eres la razón de mi existencia. Eres magnífico, mi Dios sobrenatural. Te amo, te deseo, te necesito en toda mi vida”.
Y finalmente, Jesús establece que así como amamos a Dios tenemos que aprender a amar a las personas y amarnos a nosotros mismos. Como te ames a ti mismo así amarás a los demás. Si te sientes menos desvalorizarás a otros, si te sientes inseguro celarás y controlarás a todo el mundo, si te sientes rechazado rechazarás, si te sientes inútil, feo o tonto te aislarás y vivirás pensando que todos están en contra tuyo. Si interiormente estás lastimado, lastimarás.
Mírate adentro. ¿Qué piensas de ti mismo? ¿Cómo te sientes contigo mismo? ¿Cuáles son tus habilidades, fortalezas y debilidades?
Si llegas a la conclusión de que no te quieres mucho a ti mismo, busca ayuda, habla con tus padres (si puedes hablar con ellos), con tus líderes (si congregas) o con alguna persona que realmente pueda ayudarte a ver lo mejor que hay en ti, el gran potencial que tienes dentro, entonces podrás amar a los demás con respeto y libertad.
Finalicemos por hoy con la ofrenda de la viuda. Lee los vs.41 al 44 y responde las siguientes preguntas:
¿Qué hacen las personas del relato?
¿Qué contrastes observas entre ellos? ¿Con qué actitud ofrendan?
¿Por qué Jesús valora y reconoce la actitud de la viuda?
¿Qué piensas que significa, para nosotros hoy, darle todo al Señor?
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Marcos»
Por Edgardo Tosoni