Pasaron pocas semanas desde que salieron de Egipto y comenzaron los primeros problemas. El pueblo cambió la danza y la alabanza por terribles murmuraciones y quejas insoportables. Lee lo que sucedió:
1º. 16: 2-3 2º. 16:9 3º. 16:20
4º. 16:27-28 5º. 17:2-3
Se quejaban continuamente, pero lo peor de todo era que aún añoraban su vida vieja. ¡¿Quién los entiende?!
Se le quejaban a Moisés pero en realidad, ¿a quién iban dirigidas sus quejas y críticas? (16:7-8).
¿De Quién Te Quejas?
No hace falta hablar en voz alta para quejarse porque hay quejas del pensamiento. Y también hay quejas de las actitudes, por ejemplo cuando reaccionas con fastidio por las cosas que te mandan a hacer. Tal vez ni abrís la boca pero esa reacción fastidiosa y molesta es una manera de quejarte.
¿Sabías que la queja es un pecado y que además te convierte en alguien amargado, egoísta y pesimista, incapaz de ver las cosas buenas que te rodean y disfrutarlas?
¿De quién murmuras?
¿Sabías que la murmuración es un grave pecado?
Murmurar es hablar mal de alguien sin que éste lo sepa. Cada vez que a escondidas de alguien lo acusas, desprestigias, criticas, estás murmurando.
Si te sucede algo o te sientes incómodo con alguien, no hables mal de él con otras personas. Ve, da la cara y habla personalmente con él. No peques hablando mal a sus espaldas.
¿Sabías que toda queja y murmuración hacia tus padres y las personas en autoridad sobre tu vida también son quejas hacia Dios? ¿Sabes por qué? Porque es Dios quien puso a esas personas a tu lado y es Él quien decide sobre tu vida.
¿Cómo respondió Dios a las quejas y murmuraciones del pueblo? (16:4, 11-13, 17:5-6).
Dios respondió con bendiciones. En vez de deprimirte, amargarte y enojarte con tus padres (o con otras personas) por lo que quieres y no te pueden dar, porque no comienzas a valorar lo que sí tienes, sea mucho o poco. Tus actitudes y tu corazón necesitan cambiar.
Otro grave pecado del pueblo de Israel era que constantemente extrañaba su vieja vida en Egipto (16:3, 17:3).
¡Extrañaban ser esclavos!
¡Extrañaban que los hicieran trabajar como unos burros!
¡Extrañaban que los tratasen como a animales! ¡Estaban locos!
Seguramente tú dejaste cosas para seguir a Jesús, ¿todavía las extrañas?
Los amigos, el sexo, los boliches, la música, los porros, las “resacas”, los pecados y vicios que te ataban. Muy dentro de ti, ¿quieres volver a todo aquello o disfrutas de todo lo nuevo y lo sano que hay en Jesús?
¿Prefieres aquellos “palos” que te pegaba Satanás o la libertad que tienes en Cristo?
Honrar al Liderazgo.
Para Dios es muy importante cómo valoramos a los que están en autoridad sobre nosotros.
¿Qué piensas de estas actitudes? (17:11-13, 18:18, 21-23).
Al igual que Moisés, quienes estamos en autoridad espiritual también necesitamos que sostengan nuestras manos. Jóvenes comprometidos que nos ayuden a llevar la carga. Lo que menos necesitamos son quejas murmuraciones y lo que más necesitamos es aliento y actitudes de bendición de tu parte. Cuanto mayor es el ministerio mayor es la responsabilidad y el compromiso del liderazgo. No es lo mismo 50 que 400.
Y no es lo mismo recibir actitudes “amargas” que honra y bendiciones.
¿Te diste cuenta que existen líderes cerca tuyo? ¿Oras por ellos?
¿Se te ocurrió alguna vez acercarte para alentarlos o para preguntarles cómo se sienten o qué necesitan?
¿Sabías que los líderes y pastores, aunque parezca que siempre estamos bien aconsejando y ayudando a muchos, también tenemos bajones, luchas y momentos de necesidad? ¿Te animarías a sostener nuestras manos, orando por nosotros y motivándonos con palabras de fe?
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico»
Por Edgardo Tosoni
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