Digamos que Dios te plantó en un jardín. Primero, eras una planta pequeña y tierna; Él te nutrió y te dio lo suficiente para beber y comer, hizo salir el sol para que pudieras jugar con la brisa y para que disfrutaras la belleza a tu alrededor. Entonces, creciste. Ahora que estás floreciendo por completo, puedes ver el mundo mucho mejor que cuando eras muy pequeño. Ahora, empiezas a preguntarte por todo.

Ahora que lo pienso, Dios plantó a las primeras per­sonas en un jardín e hizo exactamente eso. Él proveyó todo para ellos, les dio todo lo que necesitaban para que crecieran fuertes y felices. Dios estaba siempre con ellos y le encantaba ver cómo disfrutaban de lo que les rodeaba. Entonces un día, también ellos empezaron a preocuparse y a preguntarse. Visitemos a Adán y a Eva, nuestros primeros padres, allá en el paraíso. Ahí es donde la preocupación comenzó.

Génesis 3:1-7 nos cuenta la historia. ¡Nunca escuches a una serpiente! Te puede parecer gracioso que en verdad te aconseje que nunca escuches a una serpiente, pero en realidad los tiempos no han cambiado. Esa misma serpiente que en­gañó a Eva en el jardín, trata de engañarte a ti también.

¿Viste lo que hizo en el jardín? Primero, la serpiente cuestionó a Eva, como si ella no hubiera entendido lo que Dios había dicho. Actuó como si estuviera haciendo una pregunta inocente y causó que Eva dudara de lo que sabía. Incluso, hizo que dudara de lo que Dios mismo le había dicho.

¡Retrocede! Retrocede un momento y piensa en ocasiones en las que comenzaste a dudar. Tal vez alguien se burló de tu fe o te preguntaron algo de lo cual no tenías la respuesta y entonces empezaste a preguntarte si en verdad conocías a Dios tanto como pensabas. Bueno, pues eso es más o menos lo que le pasó a Eva. Ella comenzó a dudar si sabía realmente aquello que debería hacer.

Ahora, observa lo que hizo esa serpiente astuta. Ella va de nuevo con Eva y le dice algo que sabe que le va a interesar. La serpiente hace parecer como si ella fuera la única «que realmente sabe las respuestas acerca de Dios». Hace que su mente se preocupe acerca de la verdad.

El Hoyo de la Serpiente.

Regresando contigo. Puede que hayas tenido una expe­riencia en la escuela, de alguien compartiendo infor­mación contigo que parecía ser verdad. Tal vez te dijeron que tu mamá no sabía realmente de lo que hablaba cuan­do te dijo que no fumaras, ya que fumar en realidad no se convierte en adicción, así que puedes fumar y parecer más adulto. Ellos pueden hacer parecer incorrecto todo aquello que te dijo alguien que te ama y se preocupa por ti. ¿Y después qué? Ellos te ofrecen un cigarro, y tal vez como a Eva, piensas: «Sólo probaré uno. No es gran cosa».

Esa es la razón por la cual nunca deberías hablar con una serpiente. Cualquier forma de serpiente, desde Sa­tanás mismo hasta un supuesto amigo en la escuela, pue­de sólo estar esparciendo la duda y la preocupación, y tratando de atraparte en pecado. ¿Por qué crees que una serpiente se arrastra sobre su estómago? ¿Por qué crees que se esconde en la oscuridad?

Podríamos sacar más cosas de esta historia, pero el punto principal que quiero que veas es cómo la duda y la preo­cupación pueden trabajar juntas para hacerte pecar, hacerte ir en contra de las cosas que sabes que son buenas. Tú estás en una edad en la cual tienes que estar seguro de pararte firme sobre tus creencias. Tu mente será bom­bardeada con vientos fuertes de información que pueden parecer buenos, pero en realidad son dioses falsos y eno­jados.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Campo de Batalla de la Mente Para Niños”

Por Joyce Meyer

Lee Las Hierbas Locas de la Preocupación 2

Lee Las Hierbas Locas de la Preocupación 3

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí