Continuemos.

Paso Seis: Escucha lo que Dios Quiere Decirte.

“En ti confío; ¡a ti dirijo mi oración! Cada nuevo día hazme saber que me amas; ¡dime qué debo hacer!” (Salmo 143:8).

Mira lo que esto te está diciendo. El versículo dice tres cosas muy importantes:

  • Debes querer escuchar lo que Dios te dice más que a cualquier cosa. Tu amor por Él debe ser tu guía.
  • Debes confiar que Dios te sacará del problema.
  • Debes pedirle que guíe tus pasos y que te dé direc­ción, ya que ésta es tu oración.

Paso Siete: Debes Orar y Orar Más.

“Dios mío, líbrame de mis enemigos, pues en ti busco refugio” (Salmo 143:9).

Observa dónde está poniendo el salmista toda su atención. Le está pidiendo a Dios que lo salve. Le está diciendo al Señor que quiere estar aún más cerca de Él. Imagínate a un pollito corriendo hacia su mamá gallina para protegerse bajo sus alas, porque tiene miedo de algo en el corral. Esa es la imagen. Tú puedes ir al Señor en busca de refugio y Él te protegerá. Debes mantener tus ojos en Él como el único quien realmente puede ayudarte y hacerte ver más allá del problema.

Paso Ocho: Pídele a Dios Sabiduría y Dirección.

“Tú eres mi Dios, ¡Enséñame a hacer lo que quieres que yo haga! ¡Permite que tu buen espíritu me lleve a hacer el bien!” (Salmo 143:10).

¿En cuántas ocasiones nos hemos perdido del camino? ¿Cuántas veces ponemos toda nuestra preocupación y energía en el problema que tenemos en frente, en lugar de pedirle a Dios que nos ayude?

El salmista no tan sólo le está pidiendo a Dios que le ayude, sino que le está diciendo: “Aún necesito más lecciones acerca de hacer tu voluntad. Aún soy un es­tudiante, aún necesito un maestro. Ayúdame a hacer tu voluntad porque tú eres mi Dios, tú eres mi Salvador personal. Ya he entregado mi corazón y mi mente a ti”. Entonces termina con un deseo, con una oración. Su oración es que el buen Espíritu de Dios lo dirija en lo porvenir. Le dice: “Ponme en tierra firme, Señor. Mantenme seguro en ti. Ayúdame a mantenerme sobre mis pies”.

Si tienes depresión tocando a la puerta de tu vida, tú puedes mantenerla lejos con estos pasos. Si necesitas ayuda, permite que tu mamá o papá, algún buen amigo o un líder trabaje contigo para cumplir los pasos. Esa es la razón por la cual Dios nos dio personas, para estar a nuestro lado y que cuiden de nosotros.

Lo más importante es recordar que tienes algunas op­ciones de cómo pensar sobre ciertas cosas. Tienes algunas herramientas que puedes usar para que te ayuden a pensar mejor, pero estas herramientas no harán desapa­recer tus problemas. Si lo hicieran, serían como fórmulas mágicas que necesitan de una varita, no problemas reales que necesitan de un Padre celestial. Tú eres un hijo de Dios. Siempre tienes un lugar dónde compartir tus pro­blemas. Dios siempre estará dispuesto a ayudarte hasta que puedas ver la luz de nuevo.

Extracto del libro “El Campo de Batalla de la Mente Para Niños”

Por Joyce Meyer

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