El diablo está vencido! Las personas no tienen poder sobre nosotros! El peor enemigo de uno, es… UNO MISMO! Hay gente que vive esclavo de uno mismo y es ella misma quien esta cavando su propio poso y desviándose del propósito. Bernardo Stamateas llama a esto, entre otras cosas, autoboicot. El apóstol Pablo como viejo sabio y lleno del Espíritu aconseja a Timoteo como líder joven que era y le dice: “Ten cuidado de ti mismo…” (1º Tim 4:16).

Para cuidarnos de nosotros mismos hay muchos recaudos que debemos tomar, pero yo quiero nombrar solamente 3.

 1. Identifica tu Debilidad

Pablo manifiesta que en él existía una debilidad: “Hago lo que no quiero”.

Hebreos 12:12-13 dice: “Haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado”. Todos tenemos una parte coja en nuestras vidas que muchas veces nos termina dañando y jugando en contra, haciéndonos desviar del camino que fue trazado para nosotros. Esto puede ser un vicio, orgullo, pereza, mentira, egoísmo, avaricia, depresión, temor, negativismo, baja o alta autoestima, envidia, celos, raíces de amargura, odio, etc.

Somos nosotros los que debemos hacer sendas derechas para nuestros pies, somos nosotros los responsables de encaminar esa parte negativa. 

2. Sé Radical con tu Debilidad

Mateo 5:29 dice: “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti…”. Lo que Jesús estaba diciendo con estas palabras es que debemos ser radicales con el pecado. No debemos acariciar nuestra debilidad como si fuera nuestra mascotita inofensiva. Debemos arrancarla de raíz, de cuajo. Por ejemplo: Si tienes problemas de gula, múdate a 70 Km de McDonals. Si navegar por internet te hace pecar, tira la PC a la basura. Si juntarte con cierta gente te remonta a tu pasado de tristeza, homosexualidad o drogadicción, ¡aléjate de ellos! Si estar solos con tu novio/a te lleva a sobrepasarte, no se queden en ningún lado más solos o sepárense por un tiempo hasta el día que estén dispuestos a no seguir jugueteando con su debilidad. Alguien dijo: “Tu nivel de tolerancia va a crecer tanto como descienda tu santidad”. En otras palabras, más cosas te vas a empezar a permitir, mientras más vaya descendiendo tu santidad. “Hoy no leo la Biblia, total la leo el finde en la iglesia”. “Hoy no oro, total lo hago en la célula”. “No pasa nada que mire esta película, total todos los chicos la miran”.

Esta generación no se va a preguntar más qué está mal y qué está bien. ¿Está bien escuchar música no cristiana? ¿Está bien masturbarse? ¿Está bien ir a tal lugar o hacer tal cosa?  Se levanta una generación madura y responsable de sus actos.

 3. Busca un Padre que te Exija y que Corrija tus Debilidades

Aún teniendo el mayor control posible sobre tu vida, “nuestro corazón es engañoso”, es por eso que necesitamos de padres o madres espirituales que vean en nosotros nuestras imperfecciones, nos cuiden y nos exijan. Timoteo tenía un Pablo, Eliseo tenía un Elías, Josué tenía un Moisés.

Necesitamos ser exigidos, para sacar lo mejor de nosotros, ya que en nosotros existe una tendencia innata a elegir por lo fácil lo mediocre y lo malo. Ejemplo: ¿Cuál es el profesor que más queríamos en la escuela? El que no nos exigía, el que no nos daba tarea, el que llegaba tarde, el que era cómplice de mis travesuras. En otras palabras, el más banana!! A él era a quien le manifestamos todo nuestro cariño y admiración: “Profe, usted es el mejor profesor que hay!!”.

Busca a alguien a quien le puedas confesar tu debilidad y que te EXIJA. Ejemplo, cuando digas: “¡Estoy deprimidaaaa!”, tu “papá” o “mamá” espiritual te conteste con ternura: “Para que voy y te levanto de la cama de los pelos”.

Eclesiastés 4:9-10 “Mejor son dos que uno… porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”. Por eso el llanero solitario no funciona en el cuerpo de Cristo. Muchos están como están porque no quieren ser corregidos, no quieren aceptar la importancia de ser pastoreado, de rendirle cuentas a alguien, del pertenecer a una célula o sea como se llame el grupo pequeño en tu congregación.

Ni las lluvias, ni lo ríos, ni los vientos determinan el fracaso en la vida. Ninguna situación externa, tales como problemas, adversidades, Satanás o las demás personas tienen el poder de detenerte y frustrarte en tu propósito. No metamos excusas. Nuestra vida es el fruto de cómo y dónde decidimos edificarla. Si sobre la arena o sobre la roca (Cristo). En definitiva, nosotros somos los únicos responsables de lo que somos (Mateo 7:24-27).

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