Baile y el sentido de aceptación

Muchos chicos y chicas cristianos reciben permanentemente invitaciones para ir a bailar. Tal vez ahí esté tu problema. Gran parte de la presión que los adolescentes ejercen sobre sus padres y sobre los líderes en su iglesia no se debe tanto a las ganas de bailar sino al deseo de sentirse aceptados en su grupo de compañeros y de amigos no cristianos.

Este no es un problema pequeño. Siempre que los valores del reino de Dios se oponen a los valores de este mundo tenemos que decidir si queremos ser fieles a Dios, aunque tengamos que sufrir por ello.

Seamos claros: Nuestro sentido de aceptación no pasa por una sola cosa. Por ejemplo, el fútbol es la gran pasión argentina, pero en todos los grupos hay alguno al que no le gusta el fútbol; a cada invitación a jugar contesta con una negativa. Probablemente sus compañeros lo critiquen o se burlen; al mismo tiempo, lo aceptan y respetan por otras cualidades.

Con el baile sucede algo similar. Si rechazas una invitación para ir a bailar es posible que tus compañeros se burlen. Pero si eres un buen compañero, si puedes divertirte con ellos sana­mente, si estás atento para ayudar y bendecir a tus amigos, puedes llegar a ser el chico o la chica más querida y aceptada en el grupo. Esto no es invento mío; muchos chicos cristianos que conozco han sido elegidos como el mejor compañero o compañera, sin renunciar a sus convicciones para lograrlo.

El baile y la ‘transa’

Empezar a salir con un chico o una chica que conociste en un baile no es pecaminoso, pero sí muy peligroso. Una relación sana implica un mínimo de conoci­miento previo para evitar desilu­siones y sufrimiento posterior.

¿Esperas encontrar en un boliche la pareja que Dios quiere que tengas? Por miedo a quedarse solos o solas, en lugar de pedir la guía de Dios para encontrar una pareja muchos chicos cristianos aceptan ‘transar’. El resultado suele ser catastrófico. Si resulta imposible conversar, ¿te parece que en una disco podrás llegar a conocer realmente a alguien?

Conocí a una chica que se sentía mal por la separación de sus padres. Su papá viajaba mucho por el trabajo y casi no lo veía. Su mamá empezó a comportarse como una adolescente y a cambiar con frecuencia de pareja. Esta chica estaba confundida y muy necesitada de amor, especial­mente paterno. Pretendió resolver su problema ‘transando’ con cada chico que se acercaba. De cada encuentro salía lastimada, más vacía y desilusionada.

En estas relaciones pasajeras, muchos chicos y chicas buscan afecto; finalmente descubren que así no satisfacen su necesidad, más bien se agrava. Ni hablar de los riesgos de embarazos no deseados y contagios que ponen en peligro la vida y otras consecuencias de las relaciones sin compromiso mutuo.

El baile y la seducción

Para sentirse importantes y aceptadas, algunas personas tratan de seducir a todo el mundo.

El baile les brinda el espacio propicio. Lamentablemente, cuando bailan y actúan de esa manera en una fiesta de chicos cristianos arruinan el ambiente. Dan motivos para que aquellos que tienen una posición más rígida y negativa sobre el baile se opongan más firmemente. La verdadera solución es ayudarles a superar su sentimiento de inferioridad y falta de aceptación.

Extracto del libro ¿Bailamos?

Por Carlos Mraida

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