Nos guste o no, cada uno de nosotros es responsable de su comportamiento sexual. Conducirse como si eso fuera así, asumiendo la responsabilidad, es el tema de este capítulo. Es como la ley que rige en las carreteras. Cada estado tiene sus propias restricciones en cuanto a la velocidad máxima permitida, las cuales indican que los motoristas pueden conducir solamente tan rápido como sea razonable bajo las condiciones prevalecientes.

Eso significa que los conductores deben disminuir la velocidad cuando el pavimento esté mojado o resbaladizo, a pesar de que el límite de velocidad de esa zona les permita ir más rápido y sin importar lo que hagan los otros. La excusa de «Todos los demás también conducían muy rápido» es interesante, pero no te librará de problemas si patinas en un coche en una carretera resbaladiza. Aun así, tendrás la violación de tránsito. Y si eres afortunado, eso es todo lo que tendrás. De igual forma, decir «Todo el mundo lo hace», no es ninguna excusa para el comportamiento que viola la ley básica de la velocidad de la sexualidad. Tú no eres responsable de lo que hagan los demás, pero sí eres responsable de ti mismo.

No es difícil entender lo que es la responsabilidad sexual. Solo pregúntate, ¿cuáles son las distintas situaciones que se dan en mi vida? Dadas esas circunstancias, ¿cuál sería un comportamiento sexual responsable?

  • «Está bien, pero creo que no entiendes mi situación: No soy un libertino o algo así… pero tal vez me excito más que otras personas».

Esa es una teoría interesante, pero si alguien resulta herido, eres responsable de tu comportamiento.

  • «Pero no me entiendes, mi novia es muy sensual. No me puedo controlar».

Lo siento, pero si pierdes el control, eso significa que estás manejando muy rápido para las condiciones del momento. Igual que en la carretera.

  • «Pero, en serio, pienso en el sexo todo el tiempo. Esa es mi condición. ¿Por qué Dios me habrá dado impulsos hormonales tan fuertes, para decirme luego que no puedo satisfacerlos? Eso es cruel».

No es cruel, es una medida de la responsabilidad humana. Si fuéramos como los animales, las cosas serían diferentes. Pero no lo somos. Somos más que eso. Tenemos la capacidad y la responsabilidad, de vivir por encima de nuestros instintos naturales, de vivir una vida sacrificada, heroica y al hacerlo enriquecemos nuestro ser.

A esta altura debes estar diciendo. «Está bien, soy responsable, pero ¿ante quién y por qué?»

De acuerdo.

  • Somos responsables ante Dios porque Dios nos hizo y le pertenecemos a él antes que pertenecerle a otros o a nosotros mismos.
  • Somos responsables el uno por el otro porque somos hermanos y hermanas antes que cualquier otra cosa de la tierra.
  • Somos responsables por nosotros mismos porque aunque no lo entendamos, anhelamos convertirnos en lo que Dios quiere que seamos.

Lee lo que el apóstol Pablo dice acerca de esto: «La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad» (1 Tesalonicenses 4:3-7).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Lo Que Casi Nadie te Dirá Acerca del Sexo”

Por Jim Hancock y Kara Eckmann Powell

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