Una adolescente recuerda cuando tenía 13 años y el trauma psíquico de ser forzada a encarar la decisión de «mostrar su amor» a un muchacho mayor. Este no es un caso aislado. Más bien es la realidad constante para la mayoría de las adolescentes.

Era una chica extremadamente joven, pero no se sentía joven. Parecía querer dar un salto a la madu­rez, desde la joven inmadura edad de los 12 años, a la edad oficial de la adolescencia, los trece años. Deseaba realmente ser y «actuar» como mayor. ¡Pensaba que todo era grandioso! Era una estudian­te muy sobresaliente y le gustaba participar en muchas actividades. Le gustaba hacer cosas, y com­partir profundos y oscuros secretos con su mejor ami­ga. Tenía una buena familia, y sus padres le habían enseñado la diferencia entre el bien y el mal. Era sensible y parecía que tenía una buena cabeza sobre sus hombros.

Él era mayor que ella y extremadamente popular, muy talentoso, y siempre era el centro de atención. Ella estaba rebozando de alegría cuando él empezó a prestarle atención especial. Se puso muy alegre cuando él la eligió como su novia, prefiriéndola a otras muchachas, quienes hubieran dado cualquier cosa por ser seleccionadas.

Un día él le dijo ‘te amo», pero ella no tenía nada que responderle. No lo amaba, sin embargo le encantaba la popularidad que había obtenido para ella. Estaba ciega por la atención que recibía a causa de su nueva descubierta «popularidad». Todos le de­cían, «hola», todos la conocían, todos querían conocerla.

El preguntó si podía expresarle su amor. Ella le dijo que no estaba lista todavía. «Te amo», le dijo él, pero ella no contestó. Más tarde, él le dijo que había pasado algo. Le contó que le había mostrado su «amor» a otra muchacha, pero que en realidad no la amaba. Ella le contestó que estaba bien. Él le dijo «te amo», pero ella bajó la mirada y no con­testó nada.

Ella nunca había tenido tantos amigos. Mucha gen­te quería hablar con ella. De hecho notaba que más y más muchachos le prestaban atención. Pero ella seguía con él… porque él la amaba. Entonces él le dijo que otra vez había pasado la misma cosa. Le había mostrado su «amor» a otra chica, pero no amaba a esa chica. Hasta le mostró cual chica era. Ella miró a la distancia. Se sintió ame­nazada. Pero él le dijo: Te amo. Ella miró al suelo y quietamente respondió lo mismo.

El reaccionó. Le pidió que le mostrara su amor por él. Ella no lo deseaba, pero tampoco deseaba per­derlo por cualquier otra chica. Así que ella le mostró su «amor.» El deseaba «amarla» más. Pero esta vez ella estaba definitivamente segura. Ella dijo: «¡No!»

Ella quedó sola. Había sido violada. Había sido ingenua, ya no era más inocente. Ella rompió con él. Él le pidió que lo recibiera de nuevo. Le dijo otra vez, ‘ ‘te amo». Pero ella lo rechazó. Pocos días más tarde el estaba «enamorado» de otra chica cual­quiera.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”

Por Josh McDowell

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