«¿Se asombraría usted de mi mundo privado? Mis deseos sexuales pueden ser muy intensos y puedo fantasear acerca del sexo mucho más de lo que usted se imagina».

Pensar acerca del sexo, de una manera completa y en un modo reverente, es saludable. El peligro está cuando los pensamien­tos sexuales se distorsionan y se vuelven morbosos. Los proble­mas empiezan cuando los pensamientos lo controlan a usted, en vez de usted controlar a los pensamientos. Una de las ma­yores causas de divorcio es la incompatibilidad sexual; y parte de la incompatibilidad está en el mal funcionamiento. A menu­do ese mal funcionamiento es causado por las fantasías sexuales. Cuando usted crea en su mente el compañero o compañera sexualmente ideal, está creando un personaje falso que ni us­ted ni su compañero son capaces de ser.

Una razón por la cual los muchachos no saben esperar es que no pueden frenarse a sí mismos. Llegamos al pun­to en que nada nos puede detener. Muchas veces las chi­cas no se dan cuenta del daño que le hacen a un muchacho abrazándolo, y siendo zalameras con él, o sentándose en sus rodillas y moviéndose. El muchacho puede ser sólo »un amigo.» Pero todos los muchachos tienen hormonas, y después que las chicas excitan esas hormonas nada po­demos hacer, fuera de volver a casa frustrados y enojados.

Yo deseo que mis padres comprendan que soy un ser sexual. Aunque no estoy casado todavía, ni seriamente comprometido con ninguna chica, siento poderosas urgen­cias sexuales. Mis padres tienen dificultad en compren­der esto porque ellos piensan que esta clase de emociones

pueden venir sólo cuando uno las manda. Aunque yo creo que estos deseos no deben ser satisfechos sino hasta el matrimonio, no puedo evitar que ellos vengan sobre mí. Trato todo lo que puedo, pero ellos parecen trepar por mi mente y mi cuerpo cuando les de la gana. Quiero que mis padres comprendan que yo sostengo las mismas convic­ciones que ellos en cuanto al sexo antes del matrimonio, y que estoy tratando de controlar mis pensamientos se­xuales, pero no es fácil, y necesito ayuda para no sucum­bir a ellos.

Sin ningún concepto claro del bien o del mal, con de­seo de amar y ser amado, y con crecientes deseos sexuales, mi decisión de participar en el sexo prematrimonial fue tomada fácilmente. Desafortunadamente fui incapaz de ob­tener el amor que andaba buscando, y con tantos otros buscando lo mismo, fue fácil andar de una cama a la otra. Espero mejor suerte la próxima vez.

Como adolescentes estamos todavía en desarrollo y en un período muy precario de nuestras vidas. Durante es­tos años nuestras mentes están en desarrollo, lo mismo que nuestros cuerpos, y parecemos estar «atascados» entre la niñez y la vida adulta. Nosotros, más que los adultos, deseamos ser aceptados por nuestros compañeros. Desea­mos tener amigos, y empezamos a ser atraídos por el otro sexo. Nuestros deseos sexuales son muy fuertes, y hay tiempos en que nos sentimos como «hormonas con pies.» Usted podrá reírse, pero lo digo en serio los deseos se­xuales de los adolescentes son muy fuertes, y sin una mente madura para controlarlos, la presión de los demás en el grupo puede ser muy fuerte.

Yo creo que alguna de las razones que la gente de mi edad tiene para participar en relaciones sexuales antes del matrimonio, es un deseo sexual increíble durante los años de la adolescencia. Es una presión que viene de la sociedad y de los amigos, y de la curiosidad de saber lo que se siente al tener relaciones sexuales.

A veces, cuando me siento a almorzar con un grupo de chicas, observamos a todos los muchachos que pasan, y las chicas dicen: «Oh, yo deseo su cuerpo».

Todos nosotros sabemos que nuestros cuerpos cambian grandemente durante la pubertad, no sólo física sino tam­bién emocionalmente. Cambiamos en cómo sentimos ha­cia el otro sexo. Para algunos el sentimiento es de simpa­tía y admiración por el otro sexo. Para la mayoría es un fuerte deseo hacia una persona, especialmente si esa per­sona es novia o novio. Esta es una razón por la cual la gente de nuestra edad viene a ser sexualmente activa, pa­ra satisfacer ese fuerte deseo.

Las clases en el colegio me han enseñado indirectamente las maneras y formas en que he madurado sexualmente. Pero me gustaría que usted y yo pudiéramos hablar acer­ca de esto. Si yo no hubiera salido con otros muchachos en la escuela secundaria, ¿cómo podría haber aprendido la clase de sentimientos que surgen en chicas y muchachos cuando se besan? Me hubiera gustado que usted me hu­biera hablado acerca de los deseos que crecen fuertemen­te cuando más uno se involucra con una persona. Es es­pantoso, porque yo quiero explicárselo a mi hija, pero no sé cómo responderle cuando me dice: ¿Mamá, era di­ferente, cuando tú tenías veinte años?

Tengo temor de lo que mi futuro esposo podrá pensar de mí. Desearía hablarle a él de mi experiencia sexual. Cuando recuerdo las situaciones por las que he pasado, doy gracias a Dios que fui capaz de decir «no «y toda­vía soy virgen. Pero pienso de cuan cerca anduve de ca­er, y cuan difícil es decir «no.» La pasión es dura de vencer.

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.

Por Josh McDowell.

Lee Sexo y sexualidad – La presión del grupo 1

 

 

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