Leer lo que (casi) nadie te dirá acerca del sexo puede resultar riesgoso. Si empiezas a hablar con tus amigos de una manera sincera con respecto a este tema, siempre existe la posibilidad de que alguien te comente algo impactante. Si algún amigo te cuenta algo inquietante, problemático o aun peligroso, no te escandalices, no te asustes ni entres en pánico. Si alguien te relata una historia de abuso sexual, por más dura que sea, lo más probable es que no se encuentre en un momento de locura o a punto de explotar. Posiblemente le hayas brindado una apertura al tema y esa persona haya querido confiarte algunas cosas. Tal vez venga cargando con esa historia por algún tiempo y crea que la puedes ayudar. Tú no vas a resolver nada, pero sí puedes ayudarla a conseguir la ayuda que necesita. Respira hondo, expresa empatía hacia el problema y escucha detenidamente.

Si después de escuchar la historia de tu amigo o amiga, crees que eso realmente se trata de un abuso sexual, es posible que así lo sea. En ese caso, el siguiente paso es conseguir ayuda para tu amigo a través de personas que le brinden lo que tú no puedes.

Si no estas seguro de cómo hacerlo, y esa persona no encuentra apoyo dentro de su misma familia, usa uno o más de los siguientes recursos:

  • Ofrécete a acompañar a tu amigo o amiga a ver a algún líder confiable y maduro de tu iglesia o grupo juvenil. Esa persona probablemente sepa que hacer. Si estas convencido de que la situación es real y este líder no le da la importancia necesaria, asegúrate de ir adelante con las otras opciones de ayuda.
  • Lleva a tu amigo o amiga a hablar con el consejero o director de tu secundaria; este debe ser alguien que muestre genuino interés por los estudiantes. Esa persona está obligada por la ley a ayudar. Eso significa que tiene que informar sobre el abuso sexual que piensa que ha sucedido. Posiblemente llame a la policía o al ente encargado de esa área a nivel gubernamental. Toda la burocracia del gobierno es complicada, pero las autoridades de la secundaria ya deben tener conocimiento de lo que se debe hacer en esos casos, y ellos te ayudarán en el proceso.
  • Ponte en contacto con algún consejero confiable, serio y maduro, y pídele ayuda. Por cierto, ellos también están obligados por la ley a informar sobre cualquier anomalía en esa área. Aunque tus pastores o líderes juveniles no lo sepan, ellos también tienen el compromiso de ayudar.
  • Si ya recurriste todos estos canales y sientes que nada ha sucedido, vuelve a intentarlo desde el principio. Expresa humildemente tu frustración y vuelve a pedir ayuda. Estás buscando justicia en medio de un sistema que no te resulta familiar, y en el que definitivamente no te sentirás cómodo, pero no te rindas. A la larga te van a escuchar.
  • En última instancia, si temes por la integridad física o emocional de tus amigos, no dudes en llamar a la operadora o al 911 y pedir que te contacten con las autoridades indicadas para esas situaciones.

Extracto del libro “Lo Que Casi Nadie te Dirá Acerca del Sexo”

Por Jim Hancock y Kara Eckmann Powell

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