LOS OPRIMIDOS ISAÍAS 58

Es Navidad. Muchos aprovechan estas fechas para hacer caridad y cientos de slogans, y se movilizan desde sus hogares, iglesias y comunidades para compartir su pan con el necesitado. Pero ¿qué sucede al día siguiente? Estas personas acaban olvidadas esperando que llegue una víspera más para que les tomen en cuenta.

Cenas con Amor es un proyecto que recuerdo de mi adolescencia. Recuerdo que durante todo un año, junto con un grupo de personas, llevamos alimento a los de la calle en distintos puntos críticos del país (los que viven en las vías del tren; los que viven en los parques; los abandonados en las aceras, los suburbios y las zonas cercanas a la frontera). Recuerdo llegar pasadas las nueve de la mañana a lugares no imaginados y hasta de película, con autos cargados de pan y chocolate caliente. Y más que «regalar comida» este grupo se encargaba de facilitar la búsqueda de hogares para la rehabilitación y reinserción de estas personas en hogares donde pudieran tener una segunda oportunidad.

Mientras compartíamos el pan y el chocolate dedicábamos tiempo para cantar y descubríamos mucho talento en las calles. En mis viajes por América Latina y Europa he encontrado mucha pasión en grupos que se dedican a esta labor. Recuerdo estos grupos en Barcelona y las conocidas Narcosalas, donde los drogodependientes llegaban a un lugar controlado para evitar dejar jeringuillas tiradas o sufrir una sobredosis. A la salida colocábamos alimentos y los invitábamos a ir con nosotros a centros de rehabilitación para iniciar su proceso de desintoxicación.

Extracto del libro 50 Proyectos Sociales Para Jóvenes.

Por Mark Orellano.

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