En su oración Cristo dice que ha hecho algo magnifico para su pueblo. Conociendo la imperfección del mundo y nuestros corazones pecaminosos, Cristo vio que era imposible que alguna vez experimentáramos por nuestra cuenta el amor y la unidad que son su plan para nosotros. En la tierra había visto la amargura, ira, celos, avaricia, engaño y venganza que produce el pecado. Sabía que debía proveer ampliamente para su pueblo o nunca vivirían en unidad y amor. El hermano nunca amaría a la hermana, el esposo nunca amaría a su esposa, el amigo nunca amaría a su amigo, y el padre nunca amaría a su hijo sin su intervención divina. ¡Y eso es exactamente lo que proveyó!

Pon especial atención a las palabras de versículo 22: «La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno». Escucha lo que está diciendo Cristo. Cuando Cristo vino a la tierra y se encarnó, la gloria del Dios todopoderoso fue puesta en él para que, a través de él, la gloria de Dios fuese vista por todos nosotros. Cristo luego dice que la gloria que fue puesta en él, la ha puesto en sus hijos para que sean uno. Necesitamos adoptar esta realidad de la redención. Lo que estaba muy por encima de nuestro alcance ha sido colocado pro Cristo dentro de nuestro alcance. Él ha puesto la gloria del Dios todopoderoso en nosotros con un propósito específico: que nuestras relaciones mutuas reflejen aquella que existe en la trinidad. Pablo lo dice así en Colosenses 2:9-10: » Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él. . .»

Cuando tratas de hablar con tu adolescente, no sólo eres tu y él a solas en una habitación, con la esperanza de que de alguna manera, serán capaces de llevarse bien uno con el otro. La gloria de Dios te ha sido dada como un regalo para que puedas ser un instrumento humilde, amable, paciente y tolerante del amor y la unidad que Dios ha planeado para su pueblo. Su regalo de gloria es tu esperanza de unidad.

Notemos además que Cristo dice, «para que sean perfectos en unidad». Es importante ver que Cristo no ora diciendo «para que ellos mismos lleguen a estar completamente unidos». ¡No! Cristo está diciendo, «Padre, si tus hijos van a vivir en unidad y amor, tú tienes que hacerlo en ellos». De nuevo, en aquellos momentos en la habitación, no sólo nosotros somos los que estamos obrando. Dios está obrando para producir lo que sólo él puede producir. Estos son sus momentos de gracia, sus momentos de redención y cambio.

Probablemente no hay otro momento en nuestras vidas en el que necesitemos más el regalo divino de gloria y su actividad momento a momento que en los años cuando estamos educando a nuestros adolescentes. En estos años somos confrontados con nuestras debilidades, pecados e inhabilidades. Es en estos años que el enemigo quiere llevarnos de las metas altas a las que dios nos ha llamado a conformarnos a tener control humano y éxito en la situación. Necesitamos recordar que el regalo divino de gloria nos fue dado para hacer el puente entre nosotros y nuestros hijos para que su amor y unidad florezca entre nosotros.

Extracto del libro «Edad de Oportunidad».

Por Paul David Tripp.

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