A pesar de que la convicción es tan importante y a pesar de que los asuntos claramente definidos son tan importantes, un creyente pasa la mayor parte de su tiempo lidiando con asuntos de sabiduría. Puesto que un creyente ha decidido desde hace tiempo que vivirá en sumisión al señorío de Cristo, vive, pues, dentro de los límites. No vive tratando de probarlos. Vive, básicamente, una vida obediente, pero una vida en la que hay una miríada de situaciones que requieren sabiduría, es decir, necesita aplicar los principios, perspectivas y temas de la Escritura para que sus decisiones prácticas cotidianas expresen la voluntad de Dios para su vida. En estas situaciones necesita sabiduría porque no hay un claro “así dice el Señor”. Al mismo tiempo, sabe que la Escritura habla de las circunstancias cotidianas de la vida. Lo que deseamos es ser usados por Dios para desarrollar adolescentes que puedan ir al mundo y vivir sabiamente.

Consideremos de nuevo el caso de mi hijo y la situación en su empleo y miremos la gran cantidad de principios de la Escritura que se aplican y que definen cómo es vivir sabiamente en tal circunstancia.

  • Está el principio de autoridad. Las autoridades en su vida (padres, jefes, oficiales gubernamentales) están presentes con claridad en la Escritura como ordenados y asignados por Dios. Se les presenta en la Escritura como siervos de Dios para el bien de mi hijo. En cualquier momento que apele o esté en desacuerdo con estas autoridades, debe hacerlo en un espíritu de honra, gratitud y sumisión.
  • Está el principio de gracia. Los proverbios dicen que “la blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor” (15:2). En este momento de desacuerdo y controversia, la manera en la que hablara era muy importante.
  • Está el principio de verdad, esto es, la verdad dicha en amor. Era importante que mi hijo evitara la tentación de retocar o adornar la verdad. Al mismo tiempo, era vital que no usara la verdad vengativamente como un arma. Debía decir la verdad como le hubiera gustado que se la dijeran a él.
  • Está el principio del “plan superior”. Como creyente, él está llamado a trabajar de tal manera que el “evangelio luzca atractivo”. Aun en el trabajo debemos funcionar como embajadores del Señor y viviendo como voceros de Su verdad.
  • Está el principio del consejo sabio. La Escritura me advierte acerca de las decisiones tomadas impulsiva e independientemente. Se nos dice que Dios dará sabiduría a quienes la pidan, sin acepción de personas. Y se nos dice que en la multitud de los consejeros está la sabiduría. Era importante que mi hijo no se apresurara a responder, sino que tomara su tiempo para recibir la sabiduría que Dios ha prometido.
  • Está el principio de fidelidad o integridad. Era importante para nuestro hijo que examinara su descripción de trabajo porque tenía que aceptar la obligación de hacer el trabajo que había prometido realizar a cambio de su salario. La Escritura nos llama a ser cuidadosos con las promesas que hacemos y a ser fieles a lo que hayamos prometido.
  • Está el principio de la soberanía de Dios. Era una tentación para nuestro hijo ver sus circunstancias como “mala suerte” que de alguna forma había caído sobre él. Necesitaba ver que este evento estaba bajo el control cuidadoso de Dios quien rige todas las cosas para nuestro bien. No necesitaba entrar en pánico o recobrar el control. Era libre para actuar sabiamente y encomendar el resultado a su Padre celestial, quien juzga todas las cosas con justicia.
  • Está el principio de los valores. En situaciones como esta, expresamos lo que es realmente importante para nosotros. Para nuestro hijo, fue tentador vivir para las cosas que se ven. Cuando estás en la escuela, un empleo es muy importante. La Escritura encarga que no vivamos para los tesoros terrenales, o por lo que puede ser visto, tocado y cuantificado. En vez de eso, se nos llama a vivir por las cosas que tienen valor eterno. Inclusive en esta situación laboral, nuestro hijo era llamado a vivir para la gloria de Dios, a vivir manteniendo puro su propio corazón y a buscar el reino de Dios y su justicia. Esto quiere decir hacer lo que es correcto, confiando que Dios proveerá.

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