Los momentos más tristes en mi carrera son los que paso con un joven que perteneció al ministerio para jóvenes y que ya no le da prioridad a su fe. Ojalá pudiera balancear esa tristeza que siento por ellos contando todas las historias positivas de jóvenes que perte­necieron al grupo y ahora están dedicados por completo al ministe­rio o han formado familias fieles. ¡Pero lamentablemente no es así! Siempre me pregunto qué falló en sus vidas, y a menudo hasta per­mito que la culpa levante su fea cabeza y dude de mi función en su desarrollo espiritual: «Si hubiera hecho algo más, tal vez ellos aún tendrían una fe vibrante».

Hace varios años me encontré en las tiendas con Jake Brazelton, un joven que perteneció al ministerio para la juventud. Tenía casi treinta años y estaba en completa oposición a los caminos de Dios. No solo se había graduado de nuestro ministerio para jóvenes, sino que también se había graduado de su fe. Ninguno de nuestros líde­res jamás hubiera adivinado que Jake se apartaría de su fe; durante cuatro años había sido un participante constante. Podíamos contar con su asistencia a todos nuestros programas. Detesto admitirlo, pero hasta pertenecía a mi grupo de discipulado.

Jake y yo hablamos durante casi una hora. Después de la conver­sación me di cuenta de que supo acerca de la Biblia, la doctrina cris­tiana, y la teología, pero nunca aprendió cómo mantener su fe y cre­cer por su cuenta. Siendo un adolescente su crecimiento espiritual vino como resultado de asistir a los programas del ministerio para jóvenes. Mientras que había un programa, él crecía. Nuestros pro­gramas llegaron a ser su droga, y él era un adicto a la asistencia. Me pregunté: «¿Dónde fallé?»

Dios usó la conversación con Jake para motivarme a evaluar se­riamente nuestro ministerio de jóvenes. Reconocí que habíamos di­señado un ministerio que alentaba a los jóvenes dedicados a ser fie­les a nuestros programas o a la persona que los discipulaba más que a comprometerse con Cristo y seguir su camino. Tantas conversa­ciones con jóvenes ya graduados, como Jake, me hicieron reconsi­derar y cambiar radicalmente nuestra estrategia de discipulado.

1. Misterio del Discipulado.

He leído docenas de libros sobre el discipulado, y el único elemen­to constante que he encontrado es la inconstancia en la definición de la tarea. En cada uno de estos libros traté de encontrar una defi­nición específica del discipulado que dirigiera un programa claro para el discipulado de jóvenes. Nunca encontré una. Así que, aprendí que el asunto de hacer discípulos es difícil.

A los multifacéticos métodos de discipulado, se añaden los pa­trones únicos de crecimiento de los adolescentes. Los jóvenes res­ponden al estímulo espiritual de maneras diferentes, así que no po­demos convenir en que un programa de discipulado funcionará con cada estudiante. La conclusión es que no hay una sola forma de discipular a los jóvenes.

Mi definición del discipulado es simplemente «ayudar a los jó­venes a ser más semejantes a Cristo». ¡Algunos jóvenes demuestran un crecimiento medible en menos de seis meses; mientras que a otros les lleva seis años! A causa de esto, nuestros intentos de disci­pular deben tener un elemento personal y relacionado a ellos. Al principio, mi estilo de discipular jóvenes había sido un cincuenta por ciento educativo y un cincuenta por ciento relacional. La mayo­ría de los programas de discipulado de ministerios con jóvenes tie­nen básicamente esta misma estructura reflejada en métodos dife­rentes. Tienen un componente de enseñanza combinado con un elemento de atención adulta. Por ejemplo, en el caso de Jake Brazelton, nos reuníamos (relacional) y atravesábamos una serie de manuales de discipulado (educativo). Pensé que Jake se estaba discipulando y que yo cumplía el ciclo de discipulado que declara 2 Ti­moteo 2:2: «Lo que me has oído decir en presencia de muchos testi­gos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros.»

Imaginé este estilo cincuenta-cincuenta, cuando leí los Evange­lios. Jesús enseñó a sus discípulos (educativo) así como también ca­minó y vivió con ellos (relacional). Pero Jesús hizo algo más, que nunca antes de mi conversación con Jake había comprendido cabal­mente. Jesús le informó a sus discípulos que él los dejaría. Los pre­paró verbalmente para su ausencia.

En mis años previos faltaba este elemento de preparación al dis­cipular a los jóvenes. Había alentado a nuestros líderes a discipular a jóvenes empleando tiempo con ellos y enseñándoles acerca de la fe cristiana. Mi negligencia radicó en no hacer lo que jóvenes como Jake necesitan más: no enfoqué una estrategia para ayudar a nues­tros jóvenes dedicados a desarrollar los hábitos, o las disciplinas es­pirituales necesarias para crecer por su cuenta luego de terminar en el ministerio para jóvenes. Para muchos jóvenes en mi iglesia nues­tro plan de discipulado reforzó su dedicación con, o su dependen­cia de, los programas y la gente. Habíamos creado una dependen­cia educada, cuando debíamos haber preparado a los jóvenes con los hábitos necesarios para la independencia espiritual.

Ahora llegué a entender que los jóvenes necesitan más que infor­mación y relaciones. Los ministerios para la juventud están llenos de jóvenes que conocen la Biblia y no tienen fruto.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Ministerio de Jóvenes con Propósito”

Por Doug Fields

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4 COMENTARIOS

  1. Saludos cordiales de la iglesia Alianza Cristiana y Misionera Santos Pamba y del Plantel Educativo “Alberto Benjamín Simpson” Quito – Ecuador.
    Deseándoles que nuestro Dios todopoderoso, continúe bendiciendo su vida y la de su familia.

  2. Bendiciones ,feliz de encontrar esta pagina tan nutritiva, soy maestra de adolescentes y estoy buscando material para enseñar en estos tiempos tan turbulentos. Por favor envienme material. Bendiciones en Cristo Jesus desde Venezuela.

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