Recapitulemos brevemente lo dicho hasta el momento: El joven enfrenta la tarea vital de la búsqueda de su propia identidad. Esta búsqueda le exige un distanciamiento físico, emocional, espiritual e intelectual de los padres. Sin embargo, los estudiosos del desarrollo de la personalidad afirman que, en su intento por desarrollar la propia identidad, el joven buscará lo que se denomina «marcos de referencia». Estos, tal como mencionamos anteriormente, son personas o instituciones que, por medio del contraste, la oposición, la imitación, la confrontación y el diálogo ayudarán al joven a ir encontrando o desarrollando su nueva identidad.

Asimismo, los estudiosos señalan dos puntos importantes: la necesidad de los marcos de referencia y la debilidad de los marcos tradicionales (iglesia, familia y escuela). Como consecuencia, los jóvenes buscan referentes en otros jóvenes, que a la vez están en el mismo proceso que ellos. Hay una expresión bíblica que ilustra muy bien este proceso: son ciegos guiando a otros ciegos.

Habiendo llegado a este punto, y por todo lo mencionado, seguramente no será difícil darnos cuenta de la importancia que tiene la figura del mentor. En la vida de un joven, el mentor puede ser ese marco de referencia que lo ayude a desarrollar su nueva identidad. Mediante el acompañamiento, la discusión, la confrontación, la enseñanza y el amor incondicional, el mentor desarrollará un papel de incalculable valor en la vida del joven.

Por la oportunidad que nos provee de crecer espiritualmente

Si los beneficios para el joven son evidentes, tampoco son menores para el mentor. Ser el acompañante espiritual de otros producirá en nosotros un crecimiento y desarrollo espiritual sin precedentes. Jesús afirmó en el evangelio que es más bienaventurado dar que recibir. Y es cierto. Cuando ayudamos a otros en su crecimiento cuidamos más del nuestro.

Tener que guiar a otros nos llevará a una mayor dependencia de Dios, porque nos encontraremos frente a situaciones, circunstancias, relaciones, decisiones y muchos otros aspectos vitales más para los que muchas veces carecemos de respuestas o recursos.

Muchos de nuestros dones y habilidades espirituales nunca se han desarrollado porque nunca nos colocamos en una situación que nos lo exigiera. Acompañar espiritualmente nos llevará a descubrir capacidades y potencialidades en nuestras vidas que hasta ahora nos eran insospechadas.

Experimentaremos el gozo de ver que Dios ayuda a los demás a través de nuestras vidas. Disfrutaremos al ver que podemos ser útiles y tener un impacto eterno en la vida de las personas.

Por ser la única respuesta a la necesidad de todo creyente de ser ministrado y ayudado en sus necesidades

Muchas de las estructuras que hemos desarrollado como iglesia carecen de esa proximidad personal. En cambio, el acompañamiento espiritual invita a las personas a abrir su corazón y a exponer su yo real con sus luchas, necesidades, problemas, gozos y tristezas, y garantiza que el mentor pueda llevar el consejo de la palabra de Dios a cada individuo de acuerdo con sus necesidades y situación.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

Lee Para Líderes – ¿Qué es un Mentor?

 

 

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