En vez de desanimarte a causa de tus limitaciones, te aconsejamos que dejes que estas te enseñen la siguiente verdad trascendental: Dios es el único ser completo en sí mismo. Nosotros somos finitos, limitados, dependientes. El mundo fue creado de un modo tal que nos lleva a buscar suplir nuestras necesidades más allá de nuestro ser y de nuestras capacidades. Ser finito y necesitado no es algo que nos debe apenar, sino que constituye parte de la realidad del ser humano.

Si pudieras llevar a cabo la pastoral juvenil tú solo, caerías en el servicio (hacer algo para la gente), pero no estarías trabajando junto con Dios para que su plan se cumpliera: ver a todo su cuerpo en pleno funcionamiento. Tanto tus dones como tus limitaciones son parte del plan de Dios. Tu llamado a ser líder no es un llamado a hacerlo todo, sino a asumir la responsabilidad de trabajar para que la pastoral juvenil se desarrolle a través de la gente. Por ese motivo, debes ampliar el número de personas capacitadas y dispuestas a ser parte del crecimiento espiritual de los jóvenes y adolescentes. De ese modo encontrarás los dones y recursos que Dios ha preparado para que sus fines se logren en la vida de todos, tanto en las de los voluntarios, como en las de los jóvenes y adolescentes.

Somos conscientes de que no es fácil reclutar personas para el ministerio dentro de la iglesia, y más cuando se trata de encontrar personas dispuestas a dar una mano en el trabajo con jóvenes y adolescentes. A pesar de ello, no puedes, ni debes llevar a cabo el ministerio tú solo.

Recuerda que ni el mismo Jesús trabajó solo. Él invirtió esfuerzos en preparar otros líderes. Su propósito era llevar el mensaje de salvación a toda criatura. Sin embargo, tenía muy en claro que no lo iba a hacer solo. Trabajar con otros, y a través de otros, fue su plan desde el principio. Eso explica la elección de los doce discípulos, y todo el trabajo educativo que desarrolló con ellos.

Dios ha dotado al cuerpo de Cristo de todos los dones y recursos que se necesitan para llevar a cabo las tareas que él le delegó. Descubrir y potenciar esos dones debe ser una prioridad para nosotros, así como lo era para Jesús.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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