Continuemos.

Al someter mis habilidades al poder de Dios, puedo descansar en la misma verdad que el apóstol Pablo comunicó acerca de su de­bilidad cuando Dios le dijo en 2 Corintios 12:9: «Te basta con mi gracia; pues mi poder se perfecciona en la debilidad.» Pablo respon­dió: «Gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.»

Esta sumisión impide que me deprima. Admito que no puedo mantenerme al ritmo de la cultura de los adolescentes y que ya no soy tan chispeante. Cuando someto mi vida y mis habilidades a Dios para el trabajo del ministerio con la juventud, descanso en la promesa de que ese poder de Dios está disponible para mí (2 Co.13:4).

Permita que el poder divino que se revela en la vida del creyente encienda sus habilidades. Regocíjese sabiendo que su presencia y palabras dan al poder de Dios otra oportunidad de comunicarse con estudiantes a quienes Dios ama. Recuerde lo que dijo Pablo acerca de su falta de habilidades verbales en 1 Corintios 2:4-5.

Cuan­do pienso que la verdad de Dios trabaja a través de mis debilidades, se estremece mi alma y me mantiene en marcha. Regocíjese sabiendo que su presencia y palabras dan al poder de Dios otra oportunidad de comunicarse con jóvenes a quienes Dios ama.

Respuesta 3: Concéntrese en ser una Persona de Dios Antes de Hacer la Obra de Dios.

En lugar de tratar de agradar a otros, aprendí a vivir mi vida para una audiencia de Uno. Hacer la obra de Dios no es tan impor­tante como ser la persona de Dios. Ya que tiendo a ser una persona que le gusta agradar a la gente, necesito un recordatorio continuo de que Dios está más preocupado por mi salud espiritual que por mi apariencia del ministerio con la juventud.

En la iglesia, hacer puede convertirse en una ilusión que requie­re más atención que nuestro ser. Jesús tiene una advertencia para la gente que está más preocupada por hacer que por ser en Mateo 7:21-23.

¿Se imagina verse parado delante de Dios haciendo una lista de todas las cosas que ha hecho? «Dios, hablé por ti; confeccioné retiros para ti; durante varios años trabajé de voluntario. ¿Quieres que siga la lista? Hice vídeos magníficos; leí Ministerio de Jóvenes con Propósito por ti; hasta amé a los hijos del pastor. ¡Y todo lo hice por ti!» No sugiero que dude de su salvación, pero le motivo a consi­derar todo lo que hace y reírse de lo ridículo que sería presentar una lista como esa ante los ojos de Dios.

La siguiente oración vale el precio de este libro si la puede apli­car a su vida: «Usted nunca podrá hacer lo suficiente». Esta vez pon­ga su nombre en el blanco e imagíneme como a un amigo suyo diciéndole esto cara a cara. «Quiero que sepa una verdad importante que le evitará mucho dolor, dolor de corazón, y tiempo si puede en­tenderlo: usted nunca podrá hacer lo suficiente. Siem­pre hay algo más por hacer. ¡El ministerio para jóvenes nunca termi­na! No permita que hacer la obra de Dios le cueste dejar de ser la persona de Dios.»

Refuerce su ministerio con la juventud colocando una priori­dad más alta en «ser» que «hacer». He visto que la integridad espiri­tual juega un papel tan importante en el ministerio con la juventud que con sinceridad puedo decir que mejor prefiero a un voluntario santo que a diez voluntarios hábiles que no confían en Dios. No hago un secreto de esto. Los adultos en nuestro ministerio entien­den que valoro su madurez espiritual mucho más que su ministe­rio. No me mal entienda; quiero que los voluntarios hagan su mi­nisterio, pero no a costa de su crecimiento espiritual. El poder de Dios trabajando en las vidas de los líderes es el fundamento de un ministerio saludable de jóvenes.

Extracto del libro “Ministerio de Jóvenes Con Propósito”

Por Doug Fields

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