Estas asociaciones, a las que llamamos subculturas juveniles, no necesariamente son rígidas en cuanto a membresía, sino que generalmente gozan de una cierta movilidad.

El “padre del neotribalismo” (Maffesoli) dice que “en contra de la estabilidad inducida por el tribalismo clásico, el neotribalismo se caracteriza por la fluidez, las convocatorias puntuales y la dispersión”.120 Es decir que sus miembros pueden formar parte temporariamente de una banda y pasar a formar parte de otra más adelante. Claro, siempre que no se vayan de un extremo a otro, que no se vayan con el “enemigo”. A un punkie nunca se le ocurriría hacerse hippie, como un dark nunca pensaría en hacerse pop. De modo que una chica que puede haber comenzado como cheta en sus años teens, puede llegar a los veintipico con una onda más rockera, o un chico que era fan de la cultura reggae en la adolescencia temprana se encuentra en la tardía como seguidor de la movida electrónica. Pero lo cierto es que los cambios ocurren, despacio y paulatinamente, pero ocurren.

Y se dan por varios motivos. Uno de ellos es simplemente por maduración, por crecimiento. Recuerdo una ilustración que hablaba de los cambios de ideología política que un hombre hace a lo largo de su vida. Decía algo así:

  • De 15 a 25 años: Comunista. El fin justifica todos los medios, el bien común para todos, los cambios tienen que ser drásticos y si es posible a través de la revolución.
  • De 25 a 35 años: Socialista. Generalmente ya está en la Facultad o tratando de insertarse en la sociedad a través del trabajo. Le interesa el bien común y la solidaridad, pero ya desde una visión un poco más civilizada; cree más en el diálogo y la comunicación pacífica.
  • De 35 a 50 años: Capitalista. Totalmente materialista. Generalmente ya se recibió o está trabajando, y además formó o está por formar su familia. No le interesa mucho el bien común sino el de los suyos principalmente, léase: casa, coche, colegio para los chicos, etc. Así que su objetivo es progresar económicamente y sentar bases y echar raíces. Suele ser ambicioso.
  • De 50 años en adelante: Conservador. Lo que logró no lo quiere perder. No acepta desafíos ni riesgos en general. Ya no lo motiva tanto la ambición, sino la preocupación de mantener y retener lo que logró.

También se cambia por aburrimiento. Cuando las experiencias están agotadas, ya no son llamativas y aparece una nueva onda que promete diversión, exploración. O porque los ideales que se sostenían están obsoletos y se abandonan, como en el caso de los hippies, o porque el avance de la postmodernidad los encuentra algo más consumistas y más interesados en ellos mismos que en la paz mundial. Porque las sociedades cambian y con ellas las ideas cambian. O se cambia por conveniencia. Como en el caso de la teenager Avril Lavigne, la ex cantante de punk rock que devino en diva de Hollywood y aplacó un poco—solo un poco—su rebeldía y su protesta hacia el sistema, dado que la grabación de un nuevo disco exigía un cambio de look como estrategia de marketing. Hasta hace un tiempo, Avril era la contracara punkie de las “virgencitas del teen pop” (entre ellas Britney Spears), la mala de la película, con su corbata que la masculinizaba, sus ojos bien pintados de negro y su actitud de buscapleitos.

El año pasado me invitaron a posar para revistas de moda y fue muy cool, me disfracé de mujer sofisticada y me encantó. Cada día me siento más mujer, ahora me encantan las polleras y los vestidos, siempre en color negro, claro. Firmé un contrato [$$] con una agencia y quiero hacer lindas publicidades. Y también firmé con una agencia de actuación [más $$]. Me encanta actuar.

Extracto del libro Tribus Urbanas.

Por María J. Hooft.

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