Los cristianos debemos planificar porque Dios nos ha dado un claro ejemplo a través de la experiencia de la vida del apóstol Pablo.

Dios dio a Pablo un objetivo específico: evangelizar y discipular a los gentiles (Hechos 26:16–18.) El apóstol Pablo siguió una norma o patrón al empezar el trabajo en una determinada ciudad. Esto lo vemos en Romanos 15:18–24. Cuando llegaba a un área o a una cierta localidad, predicaba el evangelio (v.19,20). Realizaba milagros (v.19), conforme el Espíritu Santo lo dirigía y capacitaba. Muchas veces comenzaba sus predicaciones en la sinagoga, en las que ya había personas que creían y conocían las Escrituras existentes en aquel entonces, es decir, el Antiguo Testamento (Hechos 18:9), y de allí Pablo procedía a predicar al resto de la comunidad.

Pablo trabajaba de forma individual, persona por persona, y compartía no solo el mensaje del evangelio, sino su propia experiencia con Cristo (1 Tes. 2:1–20).

También sabemos que Pablo establecía grupos de liderazgo que pudieran dirigir y establecer la obra que él había comenzado. Específicamente, 1 Timoteo 3 menciona el nombre de obispos y diáconos.

A menudo también dejaba alguna persona encargada de continuar el resto de su plan luego de que él se retiraba de aquella región. Eso lo vemos en Tito 1:5. Lo hacía con el fin de poder después continuar edificando aquella obra a través de sus cartas. La mayoría de sus epístolas fueron escritas con el propósito de estimular el crecimiento y la madurez en las iglesias que había establecido. Efesios y Filipenses constituyen claros ejemplos de esto.

En Hechos 19 vemos a Pablo en acción en la ciudad de Éfeso, lugar en el que encontró unos seguidores de Juan el Bautista que habían recibido el evangelio de Jesucristo (v.1–7). Pablo fue a la sinagoga y predicó allí (v.8). A partir de eso surgió un grupo de cristianos, discípulos firmes de Cristo. Y cuando comenzó la resistencia y la persecución de parte de los judíos, él movió su centro de operaciones a la escuela de Tirano. Capacitado por el Espíritu Santo, realizaba milagros de sanidad y echaba fuera los demonios que afligían a los poseídos. Cuando se retiró de aquella región designó a Timoteo, al que, posteriormente, le escribió dos epístolas.

¿Cuáles fueron los resultados? En los versículos 8 y 10, descubrimos que durante los dos primeros años y tres meses que Pablo estuvo en Éfeso, toda persona que vivía en la provincia romana de Asia, fuera judía o griega, tuvo la oportunidad de escuchar el evangelio. Esto constituyó una verdadera saturación del área.

Pablo viajó extensamente, siempre con un propósito definido. En Romanos 15:18–24 Pablo repasa su recientemente proyectada agenda de viaje. Ya había estado en Ilírico (lo que es ahora la moderna Albania), que quedaba a una distancia considerable de Jerusalén o Antioquía. Luego, indica que tenía planes de ir a España, y al extremo occidental del imperio romano. En Romanos 15:20–21 explica el por qué; su plan era predicar en aquellas áreas en las que nunca hubiera habido un testimonio de Jesucristo. Él sabía que el evangelio se habría de difundir como un verdadero fuego forestal una vez que se encendiera la chispa inicial en determinados lugares. Y la mejor manera de hacer que este fuego pasara de una parte a otra era tomando pequeñas chispas e insertándolas en lugares que no habían sido tocados previamente por el mensaje del Cristo resucitado.

Pablo se dirigía a ciudades estratégicas, además de haberse dirigido a los lugares que estaban geográficamente dispersos. Pablo también procuró, dentro de lo posible, tocar las, ciudades «claves» de aquel entonces. Roma era la capital del imperio romano. Éfeso era la capital de la provincia romana de Asia. Filipos era un enclave romano gobernado directamente desde la capital imperial. Corinto era la ciudad más importante de la provincia romana de Acaya, tenía un puerto sumamente importante y una gran trascendencia cultural y económica. Muchas personas del mundo de aquel entonces viajaban constantemente a estas ciudades. Por lo tanto, el evangelio se esparcía con mayor rapidez a través de estas poblaciones.

Extracto del libro “Raíces” .

Por Félix Ortiz.

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