Educar

Una vez que establecemos que el propósito de la pastoral juvenil es educar a los jóvenes y adolescentes, en colaboración con Dios para que estos lleguen a pensar y vivir como Cristo, resulta lógico decir que el propósito (el fin último) del líder es convertirse en un verdadero educador. Hemos visto que ser un educador exige mucho más de la persona que ser un maestro. Porque requiere, entre muchas otras cosas, tiempo, entrega y creatividad. Además, tendrá que convertirse en modelo de las cualidades que desea desarrollar en la vida de las otras personas.

Pastorear

No es coincidencia que la iglesia evangélica denomine a sus líderes «pastores». Ahora se usa como un titulo, pero en la Biblia encontramos que se utilizaba más bien para describir un trabajo. Se refería a alguien que vivía con las ovejas, las guiaba, las cuidaba y las defendía.

La inmensa mayoría de nosotros vivimos dentro de culturas y contextos que tienen escaso contacto con las ovejas y los pastores. Desgraciadamente, mucha de la riqueza del significado de esta analogía se nos pierde a aquellos que vivimos en lugares donde los rebaños de ovejas resultan poco familiares. Pero cualquier persona que esté en el liderazgo de la iglesia necesita entender la vida y el trabajo de los pastores de ovejas porque es el trabajo que Dios le encarga.

La responsabilidad que Dios le dio al rey David fue precisamente la de apacentar a su pueblo, como explica el Salmo 78:70-72:

Escogió a su siervo David,

al que sacó de los apriscos de las ovejas,

y lo quitó de andar arreando los rebaños

para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo;

el pastor de Israel, su herencia.

Y David los pastoreó con corazón sincero;

con mano experta los dirigió.

Los profetas llamaban a los líderes de Israel, tanto a los religiosos como a los políticos, los pastores de Israel (Ezequiel 34:2) y Dios dice les pediré cuentas de mi rebaño (v.10). Tanto Pablo (en Hechos 20:28) como Pedro asignaron a los líderes de la iglesia el trabajo de pastor:

A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño. Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria (1 Pedro 5: 1-4).

No hay duda de que uno de los propósitos que la Biblia señala para el líder es pastorear el rebaño de Dios que está a su cargo. Como siempre, Jesús es nuestro modelo; él constituye el perfecto ejemplo de lo que debe ser un pastor. Pero no sólo es nuestro modelo, sino también el príncipe de los pastores. Dios es dueño del rebaño; todos los demás pastores están bajo su autoridad y deberán rendirle cuentas a él por el trabajo que lleven a cabo con sus ovejas.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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