Ella dijo, «Mamá, ¿puedo preguntarte algo?» Era bastante temprano en la mañana, y cada uno estaba apurado por salir de la casa. Aunque en verdad no tenía tiempo, la mamá dijo, «Por supuesto, ¿Qué quieres?» Vacilantemente dijo, «Bueno, ¿te acuerdas del fin de semana de campamento al que te pedí permiso para ir? Lo más probable es que vayan varones también. No quería que pensaras que estaba escondiéndote cosas a tus espaldas, y quería saber qué piensas que debo hacer. Realmente quiero ir, pero no, si no es lo correcto». La mamá sonrió en su interior por la madurez que estaba viendo en esta breve conversación matutina.

Si tu adolescente está creciendo en una sensibilidad a la voluntad revelada de Dios, si está creciendo en cuanto a la vida piadosa, si lo ves perseverante, agradecido y con una consciencia del reino de Dios, entonces esta madurez creciente traerá fruto en la manera en la que responda a los deberes, decisiones, relaciones y tentaciones de la vida diaria. Necesitas saber qué apariencia tiene el fruto de la madurez para que puedas evaluar si tu hijo o hija está listo para separarse del hogar. Consideremos los frutos prácticos de la madurez bíblica.

  • Aceptación de la responsabilidad personal. Un adolescente maduro se empezará alejar de la perspectiva de la vida que dice «Se supone que la vida debe ser divertida y entretenida todo el tiempo» o «por favor entreténganme o me aburriré». (Recuerda que el aburrimiento tiende a ser uno de los temores diarios de los adolescentes). A medida que madura, crecerá en la aceptación e inclusive encontrará satisfacción en sus responsabilidades ordenadas por Dios. No tendrá que ser amenazado, manipulado o coercionado para hacer lo que ha sido llamado a hacer. No pondrá como excusa de su irresponsabilidad los consabidos, «Lo siento, se me olvidó», «No sabía que tenía que . . .» o «Creo que no entendí bien lo que dijiste». No necesitará que se le esté observando o checando. Comenzará a desarrollar una buena reputación por ser confiable y digno de confianza fuera el hogar.

Existen varias áreas donde verás un crecimiento en la aceptación de la responsabilidad personal. Tu adolescente tomará la responsabilidad de mantener una comunión diaria con el Señor. En los primeros años de la vida de un niño, los padres cristianos están casi en control total de la exposición que tenga el niño a las cosas del Señor. En cierto punto el niño debe internalizar estos valores y tomar responsabilidad por su propia relación con Dios. Debe tener un deseo por el Señor que causará que busque compañerismo, enseñanza bíblica, adoración personal y ministerio.

También asumirá la responsabilidad de mantener una relación saludable, productiva y que glorifique a Dios con las personas en su vida. Esto incluye a los padres, hermanos, amigos, vecinos y otras figuras de autoridad fuera del hogar. Los niños pequeños constantemente requieren la intervención de los adultos para mantener las relaciones unos con otros. Tienden a no entender cómo crean los problemas en sus relaciones, y tienden a no saber cómo resolver los problemas que han creado. Debes estar atento para ver si tu adolescente está desarrollando relaciones saludables y duraderas que no requieren de la intervención constante de otros para ser sostenidas.

También debes ver a tu adolescente creciendo en una actitud responsable hacia el trabajo y la productividad. En nuestra sociedad materialista y orientada al placer, el trabajo se considera un mal necesario y una interrupción, algo que tenemos que hacer para poder pagar los placeres de la vida. No obstante, la cultura también tiende a ver al trabajo como un estorbo en la búsqueda de esos placeres. Muchos adolescentes en los hogares cristianos (y quizá también los padres) han aceptado la cosmovisión hedonista de nuestra cultura. El resultado es un desdén por el trabajo y una tentación de evitarlo cuando sea posible.

La perspectiva bíblica del trabajo es radicalmente diferente. El llamado a laborar de una manera significativa, necesaria, productiva y creativa parte del corazón de nuestra identidad como criaturas hechas a la imagen de Dios. El trabajo fue parte del mandato original de Dios para Adán y Eva. Fue parte de la vida perfecta en un mundo perfecto. La caída del hombre en pecado no fue lo que ocasionó el trabajo; sino que lo complicó dramáticamente. De todas maneras, permanece el hecho de que al trabajar reflejamos a Dios. Nos sometemos al hecho de que somos criaturas en su mundo. Al trabajar encontramos gozo y significado viviendo cómo él quiso que viviéramos. Nos convertimos en las herramientas por las cuales mantiene su mundo y provee para sus criaturas.

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