La creciente autonomía

Son los papás, tutores u otras figuras de autoridad los que toman las decisiones importantes en la vida de los niños. En cambio, cuando llegan a la adolescencia quieren tener mayor autonomía.

Un estudio realizado a más de 8.000 adolescentes reveló que el valor que más se incrementa entre el quinto y el noveno año de escuela es la capacidad de «tomar decisiones propias». Un adolescente considera que tiene el derecho de dar su opinión y de tomar decisiones en aquellas cosas que lo afectan, como los amigos que elige, la música, la ropa, su peinado, las responsabilidades en la casa, los horarios de entrada y de salida, y otros. Evidentemente, esa creciente autonomía es una fuente previsible de conflictos con los padres.

Creciente distancia emocional de los padres

Una parte normal del desarrollo social de la adolescencia es el distanciamiento de los padres. Daniel Levinson lo explica de esta manera: Sus aspectos internos envuelven una creciente diferenciación entre el yo y sus padres, una mayor distancia psicológica de la familia, y una dependencia emocional decreciente del apoyo y la autoridad familiar. La distancia le permite al adolescente tener la suficiente perspectiva como para poder reflexionar acerca de sí mismo e ir formando una identidad propia, de la cual hemos hablado, con opiniones, gustos y hasta valores diferentes de los de sus padres.

El desarrollo de las capacidades de pensamiento lógico y abstracto hace que los adolescentes se interesen más por conceptos como la justicia, la igualdad y los derechos. También los ayuda a darse cuenta de que los padres tienen fallas y errores. Como resultado de este proceso de «desilusión», los adolescentes cuestionan las reglas y la autoridad de sus padres, y al mismo tiempo sienten que tienen el derecho de tomar decisiones propias. Las causas más habituales de conflicto son:

También causa conflicto el hecho de que los adolescentes consideran las opiniones de sus padres sobre muchos de los temas solo como convenciones sociales, y por eso piensan que debería ser una cuestión de elección personal.

Aunque este distanciamiento es necesario y sano, muchas veces se convierte en un proceso difícil que conlleva mucha carga emocional, tanto para el adolescente como para sus padres. Y es común que los tome desprevenidos. Muchos lo perciben como un rechazo personal, se desaniman en su rol como padres y hasta pierden la esperanza de que se normalice la relación. Sin embargo, al entender el desarrollo del adolescente, observamos que los motivos de conflicto con los padres provienen naturalmente de este proceso vital hacia la madurez.

A pesar de las dificultades de esta etapa, volvemos a insistir en que este distanciamiento no es malo, sino que forma parte del proceso normal de maduración de la persona sana. Es importante que los padres de los adolescentes sepan que, a pesar de todos los conflictos que afectan la relación con sus hijos, por lo general, esta no se ve amenazada. Los padres siguen siendo la influencia más significativa en la vida de sus hijos. Y con el tiempo, al tener una mayor seguridad en su propia identidad, un joven puede llegar a valorar los puntos de vista de sus padres y a tenerlos en cuenta al dar su opinión.

Extracto del libro “Raíces” .

Por Félix Ortiz.

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