La participación del joven

Enseñanza

En la enseñanza no es preciso que el joven participe de forma voluntaria. Puede estar presente en el cuerpo, pero totalmente ausente en su espíritu J, al contrario de lo que el apóstol Pablo señala en segunda de Corintios. Es bastante habitual que los jóvenes se «desconecten» cuando el sermón o el estudio bíblico les resulta demasiado largo, aburrido o intrascendente. Y si hemos de ser sinceros, nosotros mismos hemos participado de esa experiencia en alguna ocasión.

Educación

La educación es imposible sin la participación voluntaria y activa del joven. Nunca podremos conseguir que desarrolle un carácter cristocéntrico a menos que voluntariamente desee hacerlo. Los cambios en la vida de una persona no se pueden efectuar en contra de su voluntad. Nadie será salvado si no lo desea. El proceso educativo solo se implementa cuando contamos con la participación activa del joven.

La evaluación

Enseñanza

La enseñanza evalúa los conocimientos. Un examen, una prueba o una conversación pueden servir al enseñador para percibir si los oyentes han incorporado los conocimientos transmitidos. Pero comprensión no necesariamente significa vivencia. Yo puedo predicar acerca de las cinco razones por las que un creyente debería testificar. Puedo dividir a los jóvenes en grupos pequeños para que las analicen. Finalmente, puedo pedirles que, uno por uno, repitan las cinco razones. Sin embargo, aunque eso me permita evaluar su conocimiento, no significa que ellos vayan a vivir lo que han memorizado.

Educación

El proceso educativo no se evalúa simplemente a partir de que el joven incorpore en su vida las conductas correctas sino que también se toma en consideración el que ellas sean fruto de motivaciones correctas. Ya hemos mencionado con anterioridad que la finalidad del proceso educativo es lograr un estilo de vida correcto, que nazca de los conocimientos y las convicciones correctas.

El fin del proceso

Enseñanza

El proceso termina cuando acabamos de transmitirle al joven la información. Una vez llevado a cabo esto, depende de su responsabilidad la aplicación de lo que ha escuchado a su experiencia, a su vida cotidiana.

Educación

El proceso educativo no acaba con la mera transmisión de los principios bíblicos, sino cuando el joven los incorpora a su experiencia personal y su vida se transforma o entra en un proceso continuado de maduración.

El centro

Enseñanza

En la enseñanza, el centro es el maestro, y lo más importante es la información que comparte.

Educación

En el proceso educativo, el centro es el joven, y lo más importante es cuánto logra aprender.

Esperamos que este estudio comparativo te haya servido para notar las diferencias que existen entre la educación y la enseñanza. Es importante que entiendas que no procuramos descalificar la enseñanza. La necesitamos y la vamos a usar mucho durante el proceso educativo. La enseñanza es uno de los recursos que se utilizan en el proceso de educar, pero solo eso, un recurso más. Importante sin duda, pero apenas uno más entre los muchos recursos a los que el líder echa mano durante el transcurso del proceso educativo. Resulta básico que comprendamos la necesidad de ir más allá de la mera enseñanza.

Otra vez recalcamos: no pretendemos afirmar que la enseñanza sea «mala»; solo afirmamos que resulta insuficiente, que se queda corta, que no tiene la fuerza ni la capacidad de poder alcanzar el fin que nos proponemos. De hecho, la educación se sirve de la enseñanza pero va más allá de ella. Recuerda que hemos afirmando varias veces que los medios están determinados por los fines que perseguimos. Pues bien, la enseñanza se queda corta en ese propósito. Necesitamos dar un paso más allá y hacer de la pastoral juvenil un proceso educativo que se centre en la transformación y no en la información.

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