Los desacuerdos no son necesariamente negativos, depende del desacuerdo de que se trate y del contexto en el que se den. Tal vez puedan servir de forma muy atinada para profundizar más sobre un tema, y así mejorar nuestro conocimiento y comprensión de él. Sin embargo, también pueden resultar molestos y negativos para el grupo.

Si los desacuerdos son motivados simplemente por tener diferentes puntos de vista, pero no se oponen a la enseñanza de las Escrituras, no habría ningún inconveniente. Simplemente continúa con el tema. Sin embargo, si el desacuerdo pone en tela de juicio la enseñanza de las Escrituras es importante dedicar un tiempo para que los jóvenes puedan comprender lo que dicen las Escrituras al respecto.

Como líder, debes evitar polarizar tus opiniones con las de algún joven del grupo. Si dos personas persisten en enfrentarse de forma habitual, tal vez sería conveniente hablar personalmente con cada uno de ellos para indagar si el motivo es personal o va más allá de un mero desacuerdo en la forma de entender la Biblia.

No respondas todas las preguntas

Tal vez algunas veces seas tú el que ocasiona el problema, porque respondes todas las preguntas y te conviertes en un pequeño predicador. Intenta disciplinarte para no hacerlo.

Si los jóvenes no contestan las preguntas, utiliza técnicas que los ayuden a hacerlo. Pídeles que escriban las respuestas en una hoja. De ese modo todos tendrán algo que aportar. Luego pídeles que comenten lo que escribieron. Haz nuevas preguntas que ayuden a profundizar la primera. Dirige las preguntas a determinadas personas y utiliza otros trucos que irás descubriendo sobre la marcha y a través de la experiencia.

Criterios para organizar los grupos

Hemos explicado que la homogeneidad es una de las características que favorece la labor educativa dentro del grupo pequeño, así que ese debe ser el eje sobre el cual organicemos los grupos pequeños. Homogéneo significa compuesto por elementos de igual naturaleza. En la práctica, cuando hablamos de formar grupos pequeños nos referimos a agrupar a los jóvenes según las características que tienen en común.

He aquí algunos criterios a tener en cuenta:

  1. Edad

Puedes organizar los grupos teniendo en cuenta la edad de sus miembros. De esa manera tendrás grupos de preadolescentes, adolescentes, jóvenes intermedios y jóvenes maduros.

  1. Nivel espiritual

Si sigues ese criterio, puedes dividir los grupos de esta manera: recién convertidos, candidatos al bautismo, cristianos en crecimiento, líderes y futuros líderes.

  1. Situación social

Si se tiene en cuenta este criterio podría haber grupos de: solteros, casados sin hijos, parejas de novios, estudiantes de secundaria, estudiantes universitarios, trabajadores y otros.

  1. Afinidad ministerial

Podrías organizar los grupos en base a los intereses en común que tengan en el ministerio. Por ejemplo: grupos de evangelización, de acción social, de enseñanza, de oración, de música y otros.

Autoevaluación

  • ¿Trabajar en grupos pequeños es una moda cultural o tiene base bíblica? Justifica tu respuesta.
  • ¿Cuál fue la prioridad de Jesús, las masas o su grupo pequeño? Justifica tu respuesta.
  • ¿Cuáles son las ventajas pedagógicas de trabajar con grupos pequeños?
  • Menciona algunos ejemplos históricos que muestren la importancia del grupo pequeño.
  • ¿Cuáles son los elementos que componen el acróstico de la palabra CRISTO? ¿Son todos necesarios? ¿Por qué?
  • ¿Qué errores debes evitar al liderar un grupo pequeño?
  • ¿Qué favorece y qué obstaculiza el aprendizaje del grupo pequeño?
  • ¿Por qué el silencio no siempre es malo?
  • ¿Es negativo para la credibilidad del líder del grupo pequeño no saber todas las respuestas?
  • ¿Cuál es la mejor manera de afrontar los desacuerdos y conflictos?

 

Trabajo práctico

Este trabajo tiene como finalidad que apliques a la realidad de tu grupo de jóvenes este acercamiento educativo de la pastoral juvenil.

Elabora un plan para que cada joven de tu iglesia pueda estar activamente involucrado en un grupo pequeño.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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