Adolescencia extendida

Más allá de la autopercepción de los límites y fronteras de la juventud, lo cierto es que los estudiosos coinciden en que hay una suerte de alargamiento de los años de la adolescencia/juventud. Creo que todos los que observamos un poco los cambios sociales estaremos de acuerdo con esta afirmación.

Hoy en día es común ver a padres e hijos que comparten el fanatismo por ciertas bandas de rock, ir juntos a un concierto de su grupo favorito—ambos con cerveza en mano—, volver borrachos a altas horas de la madrugada, en una especie de “Livin’ la vida loca” (como canta Ricky Martin). Como también es normal ver a madres e hijas—ambas con celulares y otros gadgets [artefactos tecnológicos] en mano—pasear juntas por un shopping mall y comprarse la ropa en el mismo local. Y no precisamente en negocios de ropa adulta o formal.

Una nota de un importante periódico local apoya esta noción de límites borrosos:

Aparecieron los tweens (niños con comportamientos de adolescentes) los kidults (adultos desaliñados que no parecen terminar de madurar), y cambió el concepto de juventud, que hoy tiene más que ver con la actitud de la persona que con la edad. Los límites no existen porque aparecen consumos asociados entre padres e hijos, y un caso muy preciso es el de la ropa.

Pero ¿cuáles son las causas de que la juventud (noción que recién se empezó a tener en cuenta como tal después del siglo xix) se alargue más de la cuenta? La psicóloga Ana Isabel María, consultora del Consejo de Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, enumera entre otros factores la mayor longevidad existente, con mayores posibilidades de vida; el mayor grado de instrucción logrado, con el consecuente retraso de ingreso al mercado laboral; y el aporte de las crisis económicas, con la incertidumbre generada entre los jóvenes al ver al mundo de los adultos como un lugar hostil.

No solo que el final se prolonga, sino que además su comienzo se inicia antes de lo habitual. Vemos a niños con comportamientos, y hasta lenguaje de los grandes, sin la suficiente madurez para enfrentar los desafíos de la vida adulta.

El psicólogo Rolando Martiñá, miembro del Programa Nacional de Convivencia Escolar del Ministerio de Educación de la Nación, afirma:

Los niños de sectores urbanos tienen comportamientos adolescentes por la temprana exposición a imágenes y temas de adultos y por la ampliación del campo de experiencias, mientras que los jóvenes quieren permanecer lo más que puedan en una etapa llena de experiencias excitantes y carente de compromisos.

Según un estudio realizado por la Asociación Argentina de Psiquiatría y Psicología de la Infancia y Adolescencia, hoy encontramos tres etapas dentro de la “categoría juvenil”: la adolescencia precoz (de diez a quince años), la adolescencia media (de quince a veinte años) y la tardía (de veinte a veinticinco años o más).

Me pregunto ¿es saludable esta “adolescentización” de la sociedad? ¿Cómo se verán reflejadas sus consecuencias de acá a diez o quince años? ¿Cómo afectará esta falta de compromiso social, político y económico por parte de quienes hoy están sentando las bases para la sociedad del mañana?

Datos de la encuesta “¿Hasta qué edad se es joven?”, realizada por la Fundación Odisea en 2007.

  • 27% señaló como edad límite los 30 años.
  • 19% dijo que se es joven hasta los 40 años.
  • 18% opinó que la juventud dura hasta los 25 años.
  • 16% arriesgó “más de cuarenta”.
  • 13% sugirió que se era joven hasta los 35 años.
  • 6% declaró que era hasta la mayoría de edad, o sea los 18 años.

Extracto del libro Tribus Urbanas.

Por María J. Hooft.

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