¿Qué significa estar bíblicamente consciente de uno mismo? Significa que el adolescente vivirá con un conocimiento correcto de los temas personales de la debilidad, la tentación y el pecado. Todos pecamos, no obstante, no todos pecamos de las mismas maneras. Tienden a haber ciertos temas en nuestras luchas con el pecado. El adolescente alerta espiritualmente sabe en dónde es susceptible a la tentación y ese conocimiento le ayuda a tomar medidas protectoras en contra de ello.

Un domingo al estar yendo a la iglesia inadvertidamente pasé sobre un bache grande. Cuando el carro dejo de balancearse, mi esposa dijo que estaba confundida. Le pregunté el porqué. Dijo que no entendía cómo domingo tras domingo pasaba por el mismo bache. Todas las semanas estaba en el mismo lugar. El camino tenía otro carril. ¿Cómo era que no me anticipaba y evitaba ese bache?

Los adolescentes a menudo pasarán sobre el mismo bache espiritual vez tras vez debido a su ceguera en los temas de su corazón. Una de las cosas más útiles que espiritualmente podemos hacer por ellos es ayudarlos a ver con anticipación el camino de la vida, viendo dónde les puede golpear la tentación y enseñándoles cómo evitarla. A medida que hagamos esto, ellos crecerán en consciencia de sí mismos y en su apreciación por la misericordia y gracia del Señor que les ayuda en el tiempo de necesidad. También comenzarán a ver a sus padres no como jueces y carceleros, sino como los recursos provistos por Dios para ayudarles a pelear en las batallas más importantes de la vida.

En tiempos de lucha y fracaso, necesitamos hacer más que pronunciar juicios acerca de lo que está mal e imponer el castigo. Necesitamos hablar, discutir, preguntar, evaluar, involucrarnos, e interactuar con nuestros adolescentes, esperando que Dios usará estos momentos de oportunidad para abrir sus ojos un poco más con respecto a lo que en realidad son y a su constante necesidad de Cristo.

Aquella noche cuando agarré la nota horrible escrita por mi hija, era importante mantener en la mente esta primera meta. Esta era una oportunidad maravillosa,

ordenada por Dios, para hablar con ella acerca de la naturaleza de la batalla espiritual. Sin embargo, ese es el tipo de momentos cuando usualmente los padres le dicen a los adolescentes cuán abrumados están, cuán avergonzados están de ellos, cómo a ellos nunca se les hubiera ocurrido hacer semejantes cosas cuando eran jóvenes, cómo no pueden creer que así es como los adolescentes les pagan después de todo lo que han hecho por ellos. Muy a menudo los padres anuncian un castigo y salen del cuarto, perdiendo así una oportunidad dorada para realizar la obra del Señor.

La nota de mi hija se trataba de algo mayor que lenguaje malo e irrespetuoso. Mostraba la guerra espiritual que se libraba en su vida. Por la gracia de Dios, la guerra había salido a la superficie, no obstante, ella no se percataba. Ella estaba mucho más enfocada en el hecho de que ella en la escuela y la casa estaba “en problemas”, y se preguntaba que represalia tendría por su comportamiento. Necesitaba que sus padres la llevaran a un nivel más profundo de consideración y entendimiento respecto a la situación. ¿Qué la había motivado a escribir tal nota? Era el resultado de ¿qué tipo de deseo? ¿Cómo la situación entera revelaba lo que era importante para ella? ¿Qué revelaba la nota acerca de su relación con los coetáneos y su respuesta a la autoridad? ¿Qué podía aprender de esta situación acerca de su propia susceptibilidad personal a la tentación?

Al pensar en estas preguntas con ella, mi esposa y yo estábamos ayudándola a entender y participar en la lucha espiritual. Y esta discusión nos dio una oportunidad para hablar con ella acerca de los temas del temor a Dios, el sometimiento a la autoridad, la separación de los malos, la habilidad para pensar y aplicar la fe, y la autoconsciencia bíblica. Proveyó una oportunidad para ayudar a nuestra hija a conocerse con mayor precisión, a conocer a Dios más personalmente, y a ser más sabia en el entendimiento de las estratagemas del enemigo. Aun en medio de un fracaso real, dio un paso más en convertirse en una participante activa de la lucha espiritual. Nunca hubiera podido dar estos pasos sin nuestra ayuda.

Extracto del libro “Edad de Oportunidad”.

Por Paul David Tripp.

 

 

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