En otras ocasiones, una congregación tiene la facultad de hacerlo, pero su misma forma de gobierno obliga a que los cambios sean sometidos a votación. Cuando esto sucede, se da el caso de que no todas las personas que forman parte de la comunidad entienden la necesidad de proceder a realizar cambios en la estructura del trabajo con los jóvenes. Y, debido a la tendencia de las estructuras a convertirse en fines, estos creyentes pueden llegar a creer que un cambio en las estructuras equivaldría a cambiar el canon de las Escrituras.

El modelo de elección de cargos

Estas estructuras de trabajo con los jóvenes, a pesar de ser muy apreciadas y respetadas por muchas denominaciones, no necesariamente siguen el modelo bíblico y resultan más bien un modelo cultural de la denominación. Hay varios problemas intrínsecos en esta forma de trabajo juvenil.

Vemos en la Biblia que los ministerios deben ir unidos a la posesión de ciertos dones que capacitan para poder ejercerlos. Dios, por medio de su Espíritu Santo, dota a los creyentes con dones del Espíritu para que puedan ejercer los diferentes ministerios que sirven al conjunto del cuerpo. Es responsabilidad de la comunidad identificar, reconocer y promover a posiciones de ministerio a aquellas personas que posean los dones necesarios.

Dice un refrán en español que «el hábito no hace al monje». Es cierto. De la misma manera, el cargo no hace al ministro. Pasar por un seminario no convierte a una persona en pastor. Haber sido escogido por los jóvenes como líder no unge a nadie con la capacidad de hacerlo. Consecuentemente, nos encontramos con personas que están al frente del ministerio de jóvenes y carecen no solo de la preparación necesaria para ejercerlo sino, lo que es peor aún, del don necesario que les permita llevar a cabo un ministerio de bendición.

En nuestra opinión (y creemos estar totalmente en línea con la enseñanza bíblica) que las personas que se escogen para el trabajo con los jóvenes deben contar con aquellos dones espirituales que hacen que su trabajo resulte eficaz y bendecido por el Señor. De lo contrario, ese líder sufrirá, los jóvenes sufrirán y también sufrirá la pastoral.

Otro problema que se añade dentro de ese modelo es la tendencia a que los cargos sean por periodos cortos y sin posibilidad de reelección. Pensándolo bien, eso tiene sus ventajas e inconvenientes. La ventaja es que cuando la persona carece del don, puede ser removida en la siguiente votación. El inconveniente es que si la persona posee el don, también puede ser cambiada en las nuevas elecciones.

Otra deficiencia implícita en este modelo es que los cambios introducidos cada cierto tiempo hacen que el énfasis del grupo de jóvenes cambie en función de la personalidad, intereses o visión del líder de turno. Sin duda los cambios frecuentes, tanto de liderazgo como de énfasis, hacen que resulte muy difícil llevar adelante el trabajo con continuidad. Y no debemos olvidar que la pastoral juvenil es un trabajo a largo plazo.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

Lee Para Líderes – Contra una Estructura Inflexible 2

 

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